Opinión de Antonio Palomo : APORÍA

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Santo Tomás de Aquino, patrón de estudiantes y profesores, decía “maravilla es el deseo de conocimiento”. El viernes 28 tuve la fortuna de poder asistir al acto magnífico de imposición de birrete a los nuevos doctores de la Universidad Complutense de Madrid del curso pasado, dentro del emblemático edificio del Paraninfo en la Calle San Bernardo de Madrid, centro de la sabiduría, las ciencias y el arte como mencionó nuestro Rector, que honra a nuestra profesión al ser Veterinario. Quiero agradecer en primer lugar el honor concedido por protocolo y la propia decana de nuestra Facultad, para que mi presencia fuese posible en dicho acto en un lugar destacado (EZ-5), y dedicar esta columna a la doctora que representó a la Facultad de Veterinaria entre las 891 tesis doctorales defendidas en toda la UCM, por su inteligencia, esfuerzo denodado, perseverancia y calidad, tanto profesional como humana. Otra grata noticia ha sido que el número de doctorados se ha repartido casi por igual entre géneros, lo que demuestra que la inteligencia no tiene sexo, como ya dijo el fisiólogo Léonce Manouvrier a principios del siglo XIX, además de que como ya se reflejaba en el libro sagrado hindú de los últimos siglos antes de Cristo, el Mahabharata, las mujeres son iguales que los hombres o aquello de que las almas humanas no tienen sexo, que decía Platón.

Cuando hace más de tres décadas, y partiendo de estos principios, comencé mi actividad docente a tiempo parcial, desde colaborador en prácticas hasta asociado, nunca pensé que esta faceta de mi vida me iba a dar tantas alegrías. No pocas personas me han hecho saber, en no pocas ocasiones, que compatibilizar el trabajo en la empresa privada con el de la enseñanza en una Universidad Pública, era un poco paradójico o una dificultad lógica insuperable o racionalmente poco probable, que es sinónimo de aporía. Por ello, escribo esta columna de opinión para refutar dichos comentarios, en muchos casos bienintencionados, apoyado por Ortega y Gasset en su idea de la “conllevanza” o vivencia. Él ya distinguía los sense-data, que eran puras impresiones carentes de significado, frente a la vivencia como algo con sentido a partir de unas experiencias, a partir de las cuales comprendemos. Por lo tanto, la fusión conocimientos y experiencia pueden sacarnos de ese camino sin salida. Como decía Parménides, hay gente que le encanta discutir, e invierten el tiempo en refutar con destreza lo obvio y demostrar lo absurdo, a lo que ya les apunto que, no es mi caso.

            Aporía también se define como carencia de camino, pero bien sabemos en porcino, que las carencias las podemos curar muy bien y rápido. Véase el ejemplo de la anemia ferropénica. Por lo tanto, para mí, esa dificultad más que ansiedad o duda, me genera retos y nuevas oportunidades. Cuando vemos la señal de camino sin salida, símil también de aporía, tendemos a no meternos en el mismo, aunque en no pocas ocasiones, ese es el camino. Ya decía Parménides en su concepción abstracta de las personas, que la aporía era algo eterno, ingénito e inmutable, solo somos de una sola vez, lo cual, al menos, nos debe dejar un atisbo a la duda. Nunca me he rendido ante cualquier problema cuando puede parecer que carece de solución o el mismo da lugar a conclusiones absurdas, todo lo contrario, me motiva más a abordarlo desde diferentes perspectivas utilizando argumentos basados en la demostración indirecta o reducción al absurdo de la tesis contraria. De aquí viene precisamente el término sabiduría de la contradicción que se asocia a la aporía. Sin duda, y desde mi punto de vista, considero esencial diferenciar lo real de todo aquello que puede ser sencillamente ilusorio o especulativo. Aquí el ejemplo de desojar la margarita, con aquello de “me quiere, no me quiere” puede servirnos de parangón. Para ello, ante cualquier problema que me enfrento en una empresa del sector, comienzo por centrarme en argumentos técnicos de base científica, partiendo de los mismos y no de premisas predeterminadas, que en mi experiencia reducen la visión 365º, al tiempo que son contrarias a aceptar todo aquello que no hayamos ya pensado previamente. Debemos diferenciar a aquellas personas que oyen pero que no escuchan, o que leen, pero siguen negándose a entender. Es bastante normal, que cuando uno está acostumbrado a verlo todo al revés, que cualquier cosa que se presente en el orden correcto le parezca estar mal.  La palabra aporía viene del latín, prestada del griego, ya mencionada por San Agustín, expresando el término como la carencia de medios o recursos para tener ideas resolutivas. Creo que esto se resuelve, al menos parcialmente, con grandes dosis de conocimiento y sabiendo trasladar el mismo a soluciones prácticas. Mis Padres me enseñaron que, si la solución de un problema es más costosa que el mismo, mejor no hacer nada. Ya saben aquello de “si es más caro el collar que el galgo…”. En síntesis, lo que hoy debemos analizar antes de implementar cualquier medida, el retorno de la inversión o ROI, que no Rai, que fue un excelente Veterinario segoviano. De forma resolutiva, y en mi modesta opinión a nivel técnico, lo que no es rentable no es una solución, o es una mala solución dentro de nuestras responsabilidades en granjas.

            Saben todos ustedes lo gratificante que es cuando uno sabe algo que los de su entorno ignoran, y lejos de contarlo, nos lo guardamos para cuando sea la ocasión. Esto, muchas veces está disfrazado dentro del término aporía, y como ya decía Isidoro de Sevilla, corresponde a la duda del que simula no saber lo que realmente sabe o de qué modo expresarlo. A veces, “hacerse el tonto” es la forma de encontrar el camino de salida, y a mi personalmente no me cuesta ningún esfuerzo. No menos gratificante, al menos para mí, es transferir todo el conocimiento a tus compañeros y alumnos. Durante tantos años de docente, ha habido momentos en los que pensaba que estaba predicando en el desierto, metido en una fase de aporía, pero he llegado a la firme convicción de que está mereciendo mucho la pena, y me gusta sembrar, como bien menciona un compañero astur, hace ya muchos años alumno. La gran satisfacción son los frutos, ese número nada despreciable de compañeros de profesión que hoy están ejerciendo esta noble profesión con gran resolución, y que han puesto en valor nuestro sector porcino, profesionalizando el mismo. A todos quiero animar a seguir adquiriendo conocimiento y experiencia, al tiempo que quiero agradecer que me hagan sentir como parte de su familia y seguir dando soluciones a esas carencias a algunos caminos. Me gusta recordar aquello de que una mente ocupada hace que el cuerpo esté ocupado, y que quien no puede dejar de pensar, no se puede estar quieta. Y termino mencionando aquello que podemos leer en el Evangelio de San Mateo: “he aquí: el sembrador salió a sembrar”.

 

“Recibid el Libro de la Ciencia, que os cumple enseñar, difundir y adelantar, que sea para vos significación y aviso de que, por grande que vuestro ingenio fuese, debéis rendir acatamiento y veneración a la doctrina de vuestros maestros y predecesores” Ceremonia de Investidura de Doctores de la Universidad Complutense de Madrid

 

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