Opinión de Antonio Palomo: AÑO DE LA INVESTIGACIÓN

Opinión de Antonio Palomo: AÑO DE LA INVESTIGACIÓNOpinión de Antonio Palomo: AÑO DE LA INVESTIGACIÓN

Este año 2022, del que nos quedan apenas 7 semanas, ha sido declarado por el Ministerio de Ciencia e Innovación como “Año de la Investigación”, homenajeando a Don Santiago Ramón y Cajal, uno de los científicos españoles más relevantes de la historia, que estuvo sus últimos 30 años en la Universidad Central, hoy Universidad Complutense de Madrid, quien fue premio Nobel de Medicina en 1906 junto a Camillo Golgi en reconocimiento a sus trabajos de la estructura del sistema nervioso. Gracias a sus investigaciones desarrollo la revolucionaria “doctrina de la neurona”, donde destacó la ley de la polarización dinámica, modelo que explica la transmisión del impulso nervioso, que le valió ser considerado como el padre de la neurociencia. No quiero entrar en el escabroso tema de quien solo tiene una neurona, ya que no habría sinapsis ni transmisión nerviosa. Cómo dice mi hija: “dónde dejaste las dendritas”. Cuando estoy escribiendo esta columna, celebramos el tercer cumpleaños de Santiago, el hijo de un compañero, a quien se la dedico, así como a algunos compañeros de profesión y ganaderos con el nombre del patrón de nuestro país y de nuestro eminente científico, que falleció en el mismo mes que nació mi Madre.

            Uno de sus lemas para avanzar en la vida era “creer… crear… crecer…”. Dicho lema es similar al de una universidad latinoamericana que refiere que crees que es posible transformar para crear nuevas opciones para que todos podamos crecer, apostillando que, la educación es condición para la libertad. En una conversación con un veterinario castellano, dedicado a la nutrición, me trasladaba su preocupación por las carencias, concepto a considerar en cualquier dieta, no tanto nutricionales, sino de educación y respeto ancladas en la sociedad actual. ¿Podríamos decir que con esta menor educación tenemos mermada nuestra libertad? Yo personalmente considero que sí. Quizás corresponda a lo que el filósofo alemán Martin Heidegger definía como muestra de la fragilidad de la condición humana. Como mencionaba un profesor de ciencias exactas, físico químicas y naturales, Miguel Ávila: la educación es una forma de libertad y la ignorancia una manera de sentirse atrapado, ya que la falta de educación nos hace presa fácil de los oportunistas. Esto nos permite defender nuestros derechos y respetar el derecho de los demás, expresar lo que sentimos, pero también escuchar a los demás, trabajar responsablemente y andar por la vida sin temores, pero con precaución. No es una utopía, es realizable.

            Don Santiago se consideraba una persona que le puso el alma y su vida para tratar de devolver a la sociedad todo lo que ella le dio. Aquí quiero recordar que es uno de los puntos que refiere nuestro código deontológico profesional, por lo cual sería de obligado cumplimiento. No estoy muy seguro de que la figura del prójimo tenga hoy el valor que nos inculcaron nuestros progenitores, y mucho menos aquello del versículo bíblico 4:32 de los Efesios: que os améis los unos a los otros. Personalmente me gusta el proverbio 3:27 que refiere aquello de “no niegues un favor a quien te lo pide si en tu mano está el otorgarlo”. Otro versículo de Santiago, no el científico, aunque también, se preguntaba aquello: ¿de qué le sirve a uno alegar que tiene fe, si no tiene obras? Esto me recuerda mucho a varios de los asistentes en la ciudad egipcia de Sharm el-Sheij a la COP27 – Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, donde han llegado en 400 jets privados de 196 países. ¿No es de aquí de donde viene el término anglosajón “jet set”, acuñado en la década de los 50? para definir a quienes repartían sus días y noches entre juergas y viajes, cambiando de escenario en potentes aviones a reacción. Solo falta que nos digan aquello de que se dejan la piel por nuestro planeta. Según el último informe de la Agencia Internacional de la Energía, la emisión de los gases efectos invernadero que bajaron en el confinamiento por la pandemia, en el año 2022 han aumentado ya 300 millones de toneladas, a lo que estoy seguro no podemos responsabilizar a los animales de producción. Sigo prefiriendo la ciencia y recomiendo el libro traducido a varios idiomas del Dr. Ramón y Cajal escrito en las postrimerías del siglo XIX titulado “Reglas y consejos sobre investigación científica” donde llegó a decir que para la obra científica los medios son casi nada y el hombre es casi todo. A lo mejor podemos hacerlo extensivo a aquella frase que dice que las empresas las hacemos las personas. No tengo ninguna duda de que con más medios es más sencillo alcanzar mayores cuotas, pero siempre partiendo de grandes hombres naturales, haciendo referencia a uno de los cinco cuentos que también escribió Don Santiago: “El hombre natural y el hombre artificial”. Quiero aquí recordar como su primer microscopio lo adquirió con los pingues ahorros de su estancia como médico militar en Cuba, donde enfermó gravemente de paludismo y posteriormente de tuberculosis, lo que no le impidió tener siete hijos.

            En la Declaración de Dublín sobre el agua y el desarrollo sostenible, un grupo de científicos elaboró un informe sobre el papel social de la ganadería, donde decían que los sistemas ganaderos deben progresar sobre la base de los más altos estándares científicos. En la misma reflejaron como los animales de granja y de rebaño son insustituibles para mantener el flujo circular de materiales en la agricultura, al reciclar de diversas formas las grandes cantidades de biomasa no comestible que se generan como subproductos durante la producción de alimentos para la dieta humana. Apuesto más por la economía circular, ya inventada por nuestros padres, que por la actual lineal.

            Quiero concluir haciendo mención a un tema que me suscita gran interés científico, como son las células intersticiales de Cajal (ICC), las cuales se localizan entre las neuronas que inervan la musculatura lisa intestinal, siendo responsables directas del peristaltismo intestinal, tanto más rápido cuanto más jóvenes son nuestros cerdos, y una de las causas de mayor riesgo digestivo y eficiencia alimentaria, lo que nos permite aprovechar más los nutrientes y reducir la excreción de nutrientes no digeridos-absorbidos en relación directa con una menor eliminación, que también, de gases efecto invernadero. La vida de nuestro científico nobel, como se ha referido en su biografía, fue una filosofía mixta de pedagogía, patriotismo y tesón. Cuanto mejor nos iría si esto se hiciera extensivo a nuestros mandatarios, a quienes, quizás, les vendría bien leerse la Ética a Nicómaco de Aristóteles.

“Para luchar contra el cambio climático, necesitamos paz en el mundo”. Volodímir Zelenski – 6º presidente de Ucrania y licenciado en Derecho

 

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