Opinión de Antonio Palomo – ALOGOCRACIA

Terminábamos el 2021 hablando de dogmas, y quiero comenzar este nuevo año 2022 con ilusión y esperanza delimitando los mismos, en especial de los nuevos dogmas del rebaño. Cuando comencé a escuchar, a no pocas personas, aquello de “inmunidad de rebaño”, ya pensaba que les estaba traicionando el subconsciente. Siempre entendí, y más teniendo abuelos pastores, tanto por parte de Madre como de Padre, más haber vivido hasta los dieciséis años en mí pueblo al lado del Señor Domingo, también pastor, a quienes dedico esta columna, que el sustantivo rebaño, que alude tanto al género masculino como femenino, se refería al conjunto de animales mamíferos domesticados, especialmente ovejas y cabras. Pero, claro que parece que la intención de los que lo usan, quizás, quieran incluirnos a los ciudadanos dentro de dichos animales mamíferos, y domesticarnos a su antojo. Me gustaban más los pastores de antes que los de ahora, al menos me parecían con intenciones más nobles. Me recuerda mucho a lo que tantas veces escuche de niño en mi pueblo, aquello de que, “donde va Vicente, va la gente”. Ya en 1937 el filósofo francés Alexandre Kojève pensaba que la humanidad se estaba convirtiendo en “un zoológico global confortable” donde persistimos en esa tendencia de tratar de negar la realidad como forma de vida, y siendo testigos de que el propio concepto del rebaño nos lleva a ver como los grupos antisistema se ven patrocinados por el propio sistema. Un ejemplo que no me deja de llamar la atención es ver como en muchos pueblos de nuestra España vaciada, donde aún, gracias a la agricultura y la ganadería se fija la población actual, que por cierto, vive muy dignamente, llegan grupos, a veces formados por personas cuyas raíces están en esos mismos pueblos, haciendo manifestaciones y poniendo pancartas contra la construcción de nuevas granjas de porcino, que son parte importante del sustento de muchas familias en el medio rural, además de aportar un no despreciable importe económico a las arcas del Estado, sumado a producir alimentos de primera necesidad. Y, ya, lo de denunciar que les molestan los ruidos de los tractores, el canto de los gallos por las mañanas y los olores característicos de nuestros pueblos de toda la vida, quizás tendría que ser motivo de estudio psicológico o tema suficiente para un nuevo Caballo de Troya. Es lo que en base a la sociedad de consumo y la hegemonía cultural del filósofo italiano Antonio Gramsci, quien no llegó a cumplir los 50 años, definió como “Sociedad Papel Burbuja”, en la que todo ofende.

Y es aquí donde entra el concepto que bien lo explica, y que conocemos como alogocracia, que es la impetuosa necesidad de dejarse llevar por las emociones o vacuo sentimentalismo, y no por la reflexión ante problemas que tienen respuestas complejas. En un mundo donde los sentimientos verdaderos se han visto banalizados y, en no pocas ocasiones, ridiculizados, la forma de remover las emociones del rebaño, se basan en el miedo, la ira, la indignación y el odio, centrados en las falsas promesas centradas en que tenemos que vivir en un mundo feliz en el que la pobreza y el mal no existen, lo cual, además de falso, me parece una falta de respeto a millones y millones de seres humanos que lo padecen cada día. Les suena lo de políticamente incorrecto, y el daño que está haciendo a la sociedad occidental. Es como si cuando tenemos un problema en una granja, tratando de hacer la anamnesis con las personas implicadas, no nos dijesen la verdad, y solo lo que quisiéramos escuchar. Mi pregunta es: ¿llegaríamos a saber con precisión el origen? ¿Seríamos capaces de establecer las soluciones precisas para corregirlo? Negar la realidad no es la solución, y si afrontarla. Como decía nuestro eminente científico el Dr. Santiago Ramón y Cajal, “observar sin pensar es tan peligroso como pensar sin observar”. La hipocresía o postureo ético es el eje central de muchos de estos pastores del rebaño con el fin de preservar el pánico en la población y sacar sus réditos económicos, electorales, a fin de cuentas, pensando más en ellos que en los que no son como ellos, utilizando el doble rasero como constante en su forma de vida, o lo que, desde mi humilde opinión, se plasma como una exégesis de incoherencia vital en base a la posverdad. Uno de los lemas de la alogocracia es: haz lo que yo digo, no lo que yo hago.

Desde 1945 vivimos en el periodo más próspero y libre de toda nuestra historia, ya que muchos de nuestros Padres y/o Abuelos, a quien debemos agradecérselo, y no a quien se apuntan los tantos, vivieron la Guerra Civil, la postguerra (algo como los problemas del postdestete de los lechones, pero mucho más grave) y al menos las dos Guerras Mundiales. En Europa solo somos el 7% de la población mundial, pero representamos el 20% del PIB mundial. Considero que deberíamos ser más conscientes, agradecidos y humildes, tomando como referencia los pilares sobre los que se ha fundamentado este progreso y aprender de los errores, que, como toda sociedad, y a veces muy graves, hemos cometido para no volver a sufrirlos. Para ello creo más en la realidad y menos en el fatalismo, más en la verdad y menos en la alogocracia. Cuando estábamos llegando a los 3.000 millones de habitantes ya había movimientos apocalípticos que preconizaban el fin del mundo, igual que lo aseveraban cuando llegásemos a los 4, los 5 o 6.000 millones. La realidad es que estamos cerca de los 8.000, y aquí estamos, con el volcán de La Palma dormido de nuevo desde el 13 de diciembre, después de que iniciase su erupción el 19 de septiembre a las 14:10. Sabiendo que se inició en el paraje de Cabeza de Vaca y cercano a la localidad de El Paraiso, esto nos pueda, después de la pesadilla para miles de familias afectadas, con un balance de casi mil millones de pérdidas económicas y sin víctimas mortales, hacer pensar en positivo.

Creo que debemos ser conscientes de haber nacido en una sociedad de la comodidad y tener nuestras necesidades más que cubiertas, disfrutando de una vida que nunca nuestros antepasados habían disfrutado. No lo estropeemos, y al menos, retomemos parte de su modus vivendi (educación, dignidad, trabajo, sacrificio, respeto al distinto, respeto a la autoridad, libertad de expresión) y combatir la ineptocracia junto a las masas sociales de acoso que utilizan el All-seeing Eye (Ojo que todo lo ve) o verificadores, dándonos la sensación de estar vigilados y manipulados. Cuando escuchaba el argumento contrario a la vacunación frente al Coronavirus centrado en que con ella nos inyectaban un microchip (que por cierto en su traducción significa pastilla), pensaba en si dichas personas no tenían un teléfono móvil o un coche, y no se habían parado a pensar en la cantidad de dichos circuitos integrados normalmente de silicio hasta hoy que tienen, y que a buen seguro caben más que en una dosis de 0,3 mililitros de la vacuna. El matemático y filósofo inglés John Stuart Mill como teórico del utilitarismo en el siglo XIX ya decía: “Si la opinión es verdadera se les priva de la oportunidad de cambiar el error por la verdad; si es errónea, pierden lo que es un beneficio no menos importante: la más clara percepción y la impresión más viva de la verdad, producida por su colisión con el error”. Por lo tanto, si la opinión que se censura es la verdadera se pierde la posibilidad de acabar con el error.

Quiero acabar esta primera columna del año con una gran dosis de positividad y felicidad, en el sentido que lo exponen los últimos trabajos llevados a cabo en la Universidad de Harvard por expertos psicólogos durante los últimos 75 años, y es la disposición a tener relaciones positivas, cercanas y saludables.

FELIZ REYES MAGOS Y NUEVO AÑO 2022 COLMADO DE SALUD Y FELICIDAD.

“Nos podemos quejar porque los rosales tienen espinas o alegrarnos porque los espinos tienen rosas”. Abraham Lincoln (1809-1865) Decimosexto Presidente Estados Unidos

“Hijo, la vida es un camino de rosas y espinas”– Dionisia Yagüe Benito (1934-2001)

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