Opinión Antonio Palomo: VIRUELA PORCINA

Opinión Antonio Palomo: VIRUELA PORCINAOpinión Antonio Palomo: VIRUELA PORCINA

Empiezo como haría Plinio el Viejo, diciendo aquello de “nulla dies sine línea” – ningún día sin una línea, partiendo de que, el que más y el que menos, haya hecho un receso veraniego para que, después de los primeros siete meses del año, afrontemos el último cuatrimestre con alegría e ilusión. Cierto es que nos queda una tercera parte del año, pero no por ello menos importante, en la que invito al espíritu olímpico como símbolo que nos permite vivir juntos y respetarnos, afirmando los valores de la tolerancia y la comprensión mutua. Terminé la última columna de julio deseando suerte a los 382 deportistas olímpicos españoles que fueron a París, entre los que se encontraban algunos cercanos como Carlos Llavador, Lucía Martín y Águeda Marqués (segoviana); para comenzar este con las mismas intenciones para nuestros 94 paraolímpicos, especialmente para Judith Rodríguez, a quien bien conocemos en la familia. Cualquiera que piense en el deporte de élite, haciendo parangón con nuestras vidas, bien sabe lo que significa. El olimpismo representa un estilo de vida basado en la alegría del esfuerzo, el valor educativo de dar buen ejemplo, especialmente a las nuevas generaciones, su responsabilidad social y el respeto por los principios éticos fundamentales universales. En estas lides, al competidor se le reconoce como adversario y no como enemigo. Ya me gustaría que la política y otras muchas actividades profesionales se basaran en estos principios. ¡Cuánto mejor nos iría! Vivan los cinco anillos que representan los cinco continentes (Citius, Altius y Fortius).

Durante estas semanas pasadas hemos tenido muy presente el virus de la viruela del mono (mpox) o viruela símica, que en la presente semana registró casi 69 casos, por aquello de la transmisión sexual, y algo más de 333 anunciados, cuando la OMS la acaba de declarar de nuevo el 14 de agosto como enfermedad de emergencia sanitaria global, al tiempo que una compañía de Corea del Sur ha presentado la semana pasada un PCR específico para su diagnóstico. Un estudio reciente nos dice que la menor incidencia en mayores de 40 años se debe en nuestro país a una doble protección: la primera por la vacuna frente a viruela humana que recibimos en la infancia y la segunda dosis de refuerzo que, los que tuvimos la fortuna de hacer el servicio militar obligatorio hasta 2001, recibimos. El primer caso se detectó en Dinamarca en 1958 en monos para investigación, siendo el primero de humanos en República Democrática del Congo en 1970, pasando a Europa, Norteamérica, Suramérica, Australia y Oriente Medio desde mayo 2022. El agente causal es un Orthopoxvirus, similar al de la viruela humana, pero mucho menos grave, con erupción cutánea en forma de mácula que evoluciona a pápula, vesícula, pústula, erupción y costras, provocando síntomas similares a los de la gripe, durando de 2-4 semanas. La viruela humana tuvo su origen en India o Egipto hace 3.000 años (la momia del faraón Ramsés V muestra marcas en su piel). En Europa se refiere que fallecieron 60 millones de personas en el siglo XVIII, y unos 300 millones en todo el mundo en el siglo XX. Ya conocen la historia del descubrimiento clave del Doctor Eduard Jenner con una variante similar presente en las vacas, allá por 1796, que además de dar el nombre vacuna, proporcionó el desarrollo de la vacuna frente a la viruela a finales de los años 70 del siglo pasado, lo que permitió a la Organización Mundial de la Salud declarar erradicada la enfermedad en 1980. Hoy hay excelentes vacunas en humana de nueva generación (ACAM2000, Jynneos, LC16m8).

En porcino bien conocemos dicha enfermedad (Swinepox), la cual tiene una distribución mundial (8-20% de las muestras de sueros de cerdos en Europa tienen anticuerpos) con una elevada morbilidad y baja mortalidad (<5%), afectando casi exclusivamente a lechones jóvenes y observando en alguna ocasión infecciones congénitas. A lo largo de mi vida profesional han sido pocos los casos, siendo fáciles de diagnosticar asociando la clínica con las lesiones. En la literatura podemos encontrar casos descritos en los últimos años en diferentes provincias españolas. Es importante reseñar que el virus de la viruela porcina es un miembro solo del género Suipoxvirus de la familia Poxviridae, con una doble cadena de ADN y 150 genes, que no infecta a humanos y por lo tanto no tiene ningún papel en la salud pública como el del mono. El cerdo es un simple hospedador en el que en tan solo 3 días después de la infección podemos aislar el virus en la piel y en ocasiones en los ganglios linfáticos regionales, no tanto en la sangre. El periodo de incubación es de 4-14 días en condiciones de campo y las infecciones generan inmunidad, aunque dichos mecanismos de protección no son del todo bien conocidos.

Esto no hace más que animarme a seguir pensando, que en términos humanos me exige aprender y desaprender, como animal ancestral del mono que provenimos, pero con evidencias científicas que nos diferencian, aunque compartamos virus. No olvidemos que el Homo sapiens y los chimpancés compartimos el 98,7% del ADN, ahora que estamos tan habituados a buscar e identificar la filogenia de las cepas del virus PRRS en nuestras granjas, y que con un 99% podemos darlo por hecho. El gran emperador de Roma, Marco Aurelio Antonino Augusto, el rey filósofo que había soñado Platón en su República ideal, nacido en 121 d.C., se piensa que murió de viruela en el 180, por lo que también se la conoce como “peste antonina”. Voy a tratar de seguir sus pasos aceptando la realidad tal y como se nos presenta, vivir el presente para no caer en el desasosiego, y tratar de hacer de cada experiencia un momento positivo. Me parecen muy relevantes sus enseñanzas en sus Meditaciones, a las que me trato de aferrar: no distraerme con los incidentes exteriores, no esperar nada ni nada evitar, ante toda aprensión a la fantasía conservar la facultad de pensar, sumado a que mientras viva, trataré ser hombre de bien.

 

Coordenadas semana 36: Born again

 

 “Me da la impresión de que la sociedad actual, en medio de la terrible crisis de sus clases políticas, no puede hacer nada mejor que darse una pausa para la reflexión sobre cuestiones fundamentales” – Peter Sloterdijk (1947- ) Filósofo alemán

 

 

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