Opinión Antonio Palomo: ¿Se O NO SÉ?

Opinión Antonio Palomo: ¿Se O NO SÉ?Opinión Antonio Palomo: ¿Se O NO SÉ?

Una de las máximas en mi vida es la persecución del conocimiento, tratando de discernir entre lo que sé y lo que no sé, prestando mayor atención a lo segundo. No me preocupa tanto la cuestión del acto tres de la primera escena de Hamlet escrito por William Shakespeare en su soliloquio: “Ser o no Ser, esa es la cuestión (To be or not to be, that is the question), donde se representa una de las preguntas troncales de nuestra experiencia, enfrentando las tensiones que nos producen las contradicciones entre realidad y voluntad. Esto es lo que muchas veces, sin ir más lejos la semana pasada en una empresa de Cataluña y en otras dos en las Castillas, lo que sabía se aproximaba más a la realidad que a la voluntad, alegrándome de que sean los propios cerdos en las granjas con su eficiencia productiva los que nos den la razón. Bien me enseñó mi Madre cuando estudiaba con la beca: ”Hijo, a buen seguro que si estudias y trabajas mucho, sabrás mucho, pero si lo que tú crees saber no coincide con los resultados en las granjas, la razón la tienen los cerdos, por lo que debes preguntarte que es lo que aún no sabes”. Esto, en algunas ocasiones, me ha llevado a la Paradoja de Teseo, concepto metafísico ya discutido en los siglos IV y V a.C. por Heráclito y Platón, reflejado en la leyenda griega de Plutarco, donde se preguntaba si ese barco (Teseo) al que con el tiempo se le habían reemplazado la mayoría de sus piezas de madera seguía siendo el mismo barco o era otro. Es el mismo concepto del río de Heráclito, donde ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces, porque ni el hombre ni el agua serán los mismos; o incluso los calcetines de Locke, donde se preguntaba si después de numerosos remiendos el calcetín sería el mismo calcetín. Hoy muy poca gente utiliza esos huevos de madera que usaban nuestras abuelas – madres para coser esos agujeros en los dedos o talones, limitándonos a tirarlos y comprar unos nuevos. He de confesarles que yo aún lo hago, a pesar de estar en una sociedad del usar y tirar en numerosos aspectos de la vida. Quizás demasiados. Pasa lo mismo con aquellos voluntariosos, que no voluntarios, que basan la misma en el no saber más que en el saber. Mi Padre tenía una frase que bien lo describía: “ese hombre tiene muy buena voluntad, pero no vale”.

La semana concluyó con las fiestas patronales de mi pueblo natal segoviano en honor a San Cristóbal que, como bien mencionó el sacerdote en su homilía, es el patrón de los viajeros, también de los que van en busca del conocimiento. Fue muy agradable reencontrarme con la mayoría de los amigos – vecinos de la infancia y parte de la juventud, sintiendo que todos y cada uno mantenemos nuestra propia esencia – identidad, entendiendo que a pesar de los numerosos remiendos que muchos hemos tenido, seguimos siendo los mismos, reconociéndonos nada más vernos, con los cambios físicos lógicos derivados del stress oxidativo, pero con la misma forma de ser y no ser, de saber y no saber. Y es, en este punto fisiológico, donde quiero poner de relieve la importancia del Se (selenio), mineral esencial en la nutrición, después de atender a las explicaciones que me propiciaron en la visita a una fábrica donde producen dicho mineral orgánico en la que fuera la capital de España entre 1601-1606, debido a que Felipe III (Duque de Lerma, que gran ciudad burgalesa, por algunas cosas buenas que he vivido en ella) influyera en el traslado de la Corte de Madrid a Valladolid. Quiero agradecer públicamente los conocimientos compartidos y dedicar esta columna a la ingeniera Fernanda (Fer) & Marcos, junto a su equipo, por su hospitalidad.

El selenio es un micronutriente – mineral con el número atómico 34 y un elevado peso molecular de 78,96, estando correlacionado en sus funciones metabólicas con la vitamina E como un antioxidante biológico, al ser un componente de la enzima glutatión peroxidasa. A diferencia de las vitaminas liposolubles (A – D – E) su biodisponibilidad no está condicionada por la ingesta de grasas. Es más, destruye los peróxidos antes de que ataquen las membranas celulares, reduciendo los requerimientos de vitamina E para mantener la integridad de las membranas lipídicas. No menos importante, estimula la producción de inmunoglobulinas (IgM), reemplazando a la vitamina E en dichas funciones, sumado a estar envuelto en las funciones hepáticas de detoxicación. Aquí me pregunto por qué en muchas ocasiones cuando tratamos de reducir procesos oxidativos o intoxicaciones alimenticias solo nos centramos en incorporar más vitamina E y no nos paramos a pensar en el selenio. En sus formas inorgánicas, rara vez lo encontraremos en tejidos, fluidos corporales u órganos, siendo mucho más eficiente su forma orgánica, ayudando a la retención de la vitamina E en el plasma sanguíneo. Si además de estas funciones de mejora de respuesta inmune, hepatoprotector y regulación de la integridad de los tejidos por su función antioxidante natural, le sumamos que es necesario para reparar el ADN, su papel en la producción de la hormona tirosina con su efecto sobre el crecimiento (tejido muscular), ser un nutriente esencial en la producción de cisteína, poder pasar a los fetos vía placenta, a la leche por la glándula mamaria, jugando un papel importante en la reproducción tanto de cerdas como de verracos, me cuesta entender cómo no se le presta más atención, sabiendo, a mayores, que se absorbe en duodeno entre 30-60% en formas inorgánicas y >90% en formas orgánicas. Debemos considerar que las dietas bajas en proteína tienen mayores requerimientos de selenio, así como que las dietas altas o bajas en calcio reducen su absorción. Sus sinergias están con la vitamina E, C y B6. La harina de pescado y ciertas levaduras son ricas en selenio. Evitemos la pereza intelectual.

Coordenadas semana 31-35: FELIZ MES DE AGOSTO (Dolce far niente) – Suerte a nuestros 382 deportistas olímpicos españoles (192 mujeres y 190 hombres) en París 2024 – Les deseo a todos ustedes más amor y luz que odio y fango.

 “No importa lo brillante que seas, si no tienes el coraje de actuar, tus ideas no tendrán valor” – Alan Turing (1912-1954) Matemático británico padre de la inteligencia artificial al que muchos refieren como una persona con la mente de un genio y el corazón de un niño, destacando en los deportes del ajedrez y maratón.

 

 

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