Opinión Antonio Palomo: HEURÍSTICA

Opinión Antonio Palomo: HEURÍSTICAOpinión Antonio Palomo: HEURÍSTICA

Benedicto 100, no, no me estoy refiriendo al alemán Ratzinger, Papa 256 Benedictus PP. XVI, al que le gustaba mucho la música de Mozart y cuyo padre provenía de una modesta familia de agricultores de la Baja Baviera. Me honro en recordar a un agricultor/ganadero nacido en Vitigudino (Salamanca), hijo de Belisario y Fausta, que cultivó sus tierras en la provincia de Ávila, lindando con Segovia, y que nos dejó la semana pasada recién cumplidos los 100 años, cinco más que Benedicto XVI. Benedicto se casó con Fuencisla y tuvieron 7 hijos (4 hijos y 3 hijas) por aquello de ir dando ejemplo de igualdad de oportunidades a muchos de los/las femilistos, además de estudiar Comercio y Derecho en la Universidad de Valladolid. Se consideraba agricultor, como mi Padre, hasta el último suspiro, con mucho amor al trabajo, mucha disciplina y austeridad, huyendo de conversaciones triviales, yendo al meollo de la cuestión, no sin dejar de lado la curiosidad. Bien diferente a todos aquellos que estos días escuchamos opinar sobre el campo, vestidos con traje y corbata, e incluso con pajarita. Entre una corbata y una pajarita negra hay un gran abismo, como lo hay entre una persona digna e indigna. Y por supuesto, sin haber cogido un azadón en su vida, excepto para inaugurar algún parque o rotonda. Y de la garieta, ya ni hablamos. Podemos referirnos a los tractores, principal herramienta del campo de nuestros agricultores, con los cuales se manifiestan por dicha lógica, como los sanitarios con sus batas, los transportistas con sus camiones, los taxistas con sus taxis o los políticos con sus blasfemias y mentiras.

El tractor se inventó en un pequeño pueblo de Iowa (Corn State – américa rural y primer productor de cerdos durante casi todo el siglo XX) en 1892 por John Froelich. El primero llegó a España cuando nació Benedicto, aunque no fue hasta la década de los 50 cuando se extendió su uso gracias a que el gobierno declarara de interés nacional la industria de fabricación de tractores. Y ahora somos testigos de como el gobierno actual los demoniza. Su ancestro fue el arado, con el que mi Padre hizo las labores del campo ayudado por las mulas, no pudiendo adquirir el primer tractor, pidiendo un crédito, hasta bien entrados los años 60. Hoy son los tractores los que tiran de los burros- las mulas con sus impuestos. La palabra tractor viene del latín tractus que significa arrastrar, algo también muy común en muchos “apesebrados”, algunos de los cuales han olvidado que Ferruccio Lamborghini, antes de producir coches deportivos de alta gama, comenzó con una fábrica de tractores en Italia, y luego, eso sí, después de discutirse con Enzo Ferrari, la firma del cavallino rampante, por las averías continuas del coche que le había comprado, en 1963 inició la fabricación de los coches con el emblema del toro, sacando su primer coche llamado Miura, culminando hoy con el Urus, nombre del animal salvaje ya desaparecido y ancestro del toro. “Si non e vero, e ben trovato”. Y es que cuando estamos en manos de agricultores de despacho-salón, eco mentales y del clima cambiado, es lógico constatar la indignación de todo un sector que nunca estuvo para tonterías, como el caso de Benedicto Rodríguez, a quien dedico in memoriam esta columna de opinión, con todo mi respeto.

Y hablando de Papas, traigo a colación la noción de heurística, que se atribuye a Pappus en el año 300 d.C., el cual propuso la rama de estudio denominada “analyomenos”, que se traduce como “el tesoro del análisis” o “el arte de resolver problemas” que tanto me interesa. Su raíz es griega y significa “ayudar a encontrar”. Según la RAE es la “técnica de la indagación y del descubrimiento” que en su acepción más transversal es la manera de buscar la solución a un problema mediante métodos no rigurosos (tanteo, reglas empíricas, prueba y error). De aquí que, en no pocas ocasiones, al tratar de encontrar atajos en la búsqueda de los problemas con reglas generales y poco definidas no lleguemos a conclusiones estrictas. Se conocen tres principalmente: la regla de la representatividad en la que nos permitimos hacer juicios en base a que unas situaciones se parecen a otras. En nuestra práctica de campo por dicha regla cometemos errores por disponer de pequeños tamaños de muestra conocido como sesgo de insensibilidad o falacia del jugador, que consiste en la equiprobabilidad de que dos sucesos parecidos sucedan a la vez. La segunda regla es la de la disponibilidad, que a buen seguro les suena común, sabiendo que se basa en la toma de decisiones sobre la información que tenemos más disponible y que consideramos más probable derivada de falsos vínculos por asociación de ideas. Y la tercera regla es la de anclaje y ajuste, que se basa en que emitimos juicios basados tan solo en un valor inicial que vamos ajustando a nuestro libre albedrio para apuntalarla a la respuesta final que deseamos, asumiendo, de forma errónea, que el primer valor siempre es relevante para la resolución del problema, que también se conoce como anclaje o “a cuña” en términos del vulgo. Esto es debido a una valoración indebida y desproporcionada inicial que da origen a que otros parámetros más relevantes nos pasen desapercibidos. De aquí la importancia de tener herramientas tecnológicas en nuestras granjas – empresas que nos permitan analizar rigurosamente todos los datos junto a sus variables antes de tomar decisiones heurísticas, refiriéndome por ejemplo a programas de gestión técnicos informáticos de las tres fases de producción integrados en las granjas o programas específicos de formulación de piensos ligados a control de calidad y trazabilidad.

En nuestra práctica laboral de toma de decisiones estas fallas dan lugar a los conocidos como costos hundidos parecidos al lucro cesante, que son aquellos que no podremos recuperar y que se vinculan con lo que manifesté en una empresa la semana pasada, que corresponde al optimismo ingenuo, asociado a un pensamiento positivo exagerado y no realista. Resulta que el budget en inglés significa la mismo que el budjet en francés y lo mismo que el presupuesto en nuestra lengua, debiendo coincidir en su decálogo de principios: anualidad, claridad, especialidad, exactitud, exclusividad, planificación, previsión, publicidad, unidad y universalidad. ¿Siempre es así? Cuando el presupuesto es igual al post supuesto y al por supuesto, me pongo especialmente contento. Podemos concluir que un preciso análisis de los datos es el tesoro que nos permite hacer un buen diagnóstico del problema y tomar la decisión más acertada, que por ende será la más eficiente y rentable.

 

“El tiempo, la energía y el talento pueden ser más importantes que el presupuesto”– Scott Harrison – Norteamericano fundador de Charity:water 2006

 

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