Opinión Antonio Palomo: EUPRAXOFÍA

Opinión Antonio Palomo: EUPRAXOFÍAOpinión Antonio Palomo: EUPRAXOFÍA

Apuesto por la buena conducta en la vida y por la sabiduría, conceptos que engloba la eupraxofía y que es uno de los principios del humanismo, aunque últimamente no esté muy de moda. No creo que me esté pasando lo que al filósofo francés Voltaire, que a medida que iba cumpliendo años se hizo más provocador, aunque no es menos cierto que, como me referían Elena y Pep, un matrimonio de excelentes ganaderos de Lérida que conozco desde hace 37 años, echan de menos la falta de educación y respeto en sus trabajadores y en el entorno de su pequeño pueblo de la comarca del Urgel. Fueron unos de los primeros ganaderos en poner estaciones de alimentación electrónica de cerdas en grupo y salas de partos con parideras neumáticas para minimizar los aplastamientos. Elena nació tres días antes que yo y acaba de cumplir, como todos los que nacimos en el 62, los 62. A esta entrañable familia, a quien une la música, que siempre me ha tenido abiertas las puertas de su casa y granja quiero dedicar esta columna de opinión. Voltaire ya en el siglo XVIII sí pensaba que las mujeres eran buenas científicas. Yo también.

Creo firmemente en lo que ya desde mediados del siglo XX el comité de educación de Harvard refería sobre los educadores humanistas: “El hombre completo debe ser un buen hombre”, en su informe General Education in a Free Society. En el mismo se plasma que la moderación y la templanza son verdaderas virtudes humanas, características de personas altamente eficientes en sus quehaceres diarios y que me sirven sustantivamente cuando tengo que valorar equipos de trabajo en nuestras granjas y empresas. Valoro especialmente a aquellas personas que tienen alegría de vivir, que mencionando al filósofo Publio Terencio en el siglo II a.C.: “nada humano me es ajeno”. Y dentro de este apartado, donde teóricamente se incluyen los RRHH – Recursos Humanos tan importantes en cualquier empresa, comienzo con los principios humanistas que determinan cómo el campo de interés de una persona incluye el trabajo, la ciencia, la amistad, la recreación, el amor, la filosofía.., es decir, todo aquello que da lugar a una vida humana inteligentemente satisfactoria. No puedo estar más de acuerdo, aunque como todos ustedes, conozco humanos más o menos inteligentes y más o menos satisfechos, sin que ello guarde una relación lineal y directa, como la relación existente entre ganancia media diaria y el índice de conversión.

Las creencias y valores humanistas son tan antiguos como la civilización y tienen una historia en la mayoría de las sociedades del mundo. Los humanistas reconocen que nadie es infalible ni omnisciente, y que  el conocimiento del mundo y la humanidad solo puede obtenerse mediante un proceso continuo de observación, aprendizaje y pensamiento crítico, lo que demuestra que no se puede complacer a todo el mundo todo el tiempo. Este punto lo considero crítico en la formación de equipos de trabajo para evitar malas interpretaciones entre personas que interaccionan cada día en sus puestos de trabajo. Como refería el médico y dramaturgo ruso Antón Chejov: “primero, lo humano”. En este punto me llamó gratamente la atención lo que un empresario de porcino segoviano con un gran volumen de negocio me dijo comiendo la semana pasada: “en nuestra empresa, los trabajadores son lo primero”. Doy fe de ello, ya que conozco a sus veterinarios y algunos granjeros, lo que demuestra que se puede ser muy trabajador y exigente, al tiempo que humanista, empezando por los propietarios. ¿Quizás el humanismo y el populismo no estén tan próximos como quieren los segundos darnos a entender? Si alguien está interesado en conocer los principios del humanismo, especialmente compañeros trabajando en recursos humanos y marketing, considero que con leer “Vida y destino” de  Vasili Grossman, fallecido hace 60 años, cuya novela que, junto a “Guerra y Paz” de León Tolstoi están consideradas como obras maestras del siglo XX, les puede quedar meridianamente claro, aunque estoy convencido que algunos ya han leído.

Como mencionaba en la columna anterior, estábamos de acuerdo en que la formación continuada era esencial en nuestro sector, para alcanzar la sabiduría y ejercer mejor nuestra praxis profesional, una de las raíces de la eupraxofía, algo que requiere tiempo y dedicación. Confucio insistía en que los líderes y funcionarios deberían formarse para sus tareas mediante un aprendizaje largo y minucioso. Creo que es este uno de los puntos donde adolecemos actualmente, tanto en parte de nuestros políticos como en nuestro sector, siendo más acusado en el primero, donde debemos diferenciar entre la elocuencia virtuosa y el caos de los demagogos, que bien explicó en su día el político y filósofo romano Cicerón. Como bien escribió Petrarca, quien amaba leer y escribir: “la ignorancia no es el camino de la virtud”. También creo en que la sabiduría no solo se adquiere con la lectura de los libros, sino con la lectura de los hombres que decía el filósofo inglés Thomas Hobbes y que hemos escuchado a muchos de nuestros Padres, algunos de los cuales, como el mío, que ni quiera fueron a la escuela y si decían aquello de que “su Universidad fue la vida”, alcanzando mayores cuotas de humanismo – sabiduría que muchos con títulos superiores y estudios de máster más doctorados actuales.

La otra pata de la eupraxofía, la buena conducta en la vida que podemos traducir por educación, la considero altamente significativa para aportar valor en el trabajo tanto de cada persona como del equipo. Erasmo de Rotterdam, otro gran humanista, creía plenamente en los beneficios de la educación. La escritora Erika Mann en su estudio “School for Barbarians: Education under the Nazis” nos decía como cuando Adolf Hitler llegó al poder en 1933 dejó de lado la idea de impartir conocimientos en las escuelas y mucho menos fomentar la investigación en las universidades. El propósito de la educación totalitaria, que aunque no a ese nivel, pero si presente en la cabeza de algunos de nuestros políticos, nunca ha tenido como fin infundir convicciones, sino destruir la capacidad para formar alguna. Personalmente me quedo con Erasmo quien añadía que el candor – franqueza, es la ausencia de prejuicios negativos.

 

Coordenadas semana 43: Biblioteca Nacional de Madrid – primera Escuela de Veterinaria de España (1793-1863) Acto conmemorativo – colocación de placa.

“Los modales hacen al hombre” Lema del New College Oxford

 

 

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