Opinión Antonio Palomo: ASTROCITOS

Opinión Antonio Palomo: ASTROCITOSOpinión Antonio Palomo: ASTROCITOS

Los astrocitos, principales células gliales localizadas en el sistema nervioso central (encéfalo y médula espinal), que bien dibujó Don Santiago Ramón y Cajal, se conocen hace muchos años, hoy se consideran una pieza clave del puzle de nuestra fuerza motora, el estrés, que bien gestionado es positivo, y en caso de reaccionar mal al mismo, los neurobiólogos hablan de estrés negativo o distrés. Son numerosos los equipos de investigación tanto en humana como en animales que están estudiando las consecuencias de uno de los cinco pilares – dominios del bienestar animal. Los fundamentos de base biológica centrados en la capacidad de adaptación a factores adversos que, redundantemente escuchamos como resiliencia, y que no es ni más ni menos que la manifestación externa de lo que hace nuestro eje hipotálamo – hipófisis – suprarrenales. Ya saben que el cortisol es bueno en su justa medida, aunque en exceso tiene efectos perniciosos. La imposibilidad hace, a veces, de querer hacer, a la vez, dos cosas incompatibles. A dichos astrocitos se les conocen hoy nuevas y muy relevantes funciones para nuestro bienestar, ya que dan soporte metabólico y antioxidante a las neuronas, reciclan los neurotransmisores y regulan la transmisión sináptica. No me cabe ninguna duda de que estos “astros que cito” son mucho más importantes que esos astros públicos que dicen cosas como que somos capaces de adaptar nuestros principios a las circunstancias, que bien me recuerda aquel dicho de Groucho Marx: estos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros. Bien mencionan algunos sociólogos contemporáneos, como Gilles Lipovetsky, que estamos en la época de la fiebre de la autenticidad, que nuestro siglo XXI lo ha elevado a valor de culto. Al poder de lo falso y el simulacro se suma el de los algoritmos, que trabajan en el mismo sentido. Me queda la esperanza de que la verdad padece, pero no perece. En mi opinión, no todo lo que es auténtico debe ser necesariamente bueno, ni todo lo que es inauténtico debe descartarse. Todos conocemos alguno que va de astro auténtico con muchas lagunas mentales y otras personas cuyos astrocitos bien regulan su transmisión nerviosa. Del segundo grupo, me vanaglorio en tener una amistad con un catedrático de la Facultad de Veterinaria de Cáceres que esta semana cumple años, al que desde estas líneas felicito y dedico esta columna de opinión. Felicidades “Astro David Reina”.

Donde esté una buena transmisión sináptica que se quite el Homo authenticus o el Homo democraticus moderno con esos aires de superioridad moral y altanería propia de niveles de cortisol alterados. Bien sabemos como estas situaciones en nuestras granjas de porcino provocarían comportamientos estereotipados que inducirían agresiones, canibalismo, que quizás no sea muy diferente que en humana, con otras o similares manifestaciones. Se acaba de publicar este mes un trabajo científico en Genetics Selection Evolution por un grupo de investigadores holandeses, belgas y suizos, que hace referencia a la relación entre resiliencia y bienestar en cerdos ligado a su heredabilidad y selección genética, encontrando factores de correlación con mordeduras de rabos, orejas, cojeras y mortalidad. En porcino, la resiliencia va ligada a la robustez, tolerancia y resistencia. Analizando la evolución genética comparativa cerdo – humano, no es de extrañar que eminentes filósofos hablen de la mediocridad de nuestra época (Emerson), el hombre del rebaño (Nietzsche) o el declive del ser (Heidegger). Personalmente no soy tan pesimista, pero sí reconozco que estamos un poco distraídos en experiencias sensoriales de bajo calado que favorecen ese estrés oxidativo. A ver si es que nos estamos olvidando del sistema nervioso central con sus astrocitos y nos estamos preocupando demasiado del parasimpático, parte del sistema nervioso autónomo, encargado de desacelerar el corazón y aumentar los jugos digestivos gracias a la acetilcolina. Como diría el refrán: no todo el monte es orégano.

Al hilo de nuestro sistema nervioso central, durante un curso en el que participé la semana pasada sobre resistencias antimicrobianas, pude constatar esa cultura del be yourself, donde algunos participantes hacían ademanes más de astros que de tener muchos astrocitos, o quizás, ambas cosas, que no se que es más delicado. Ese concepto actual de la Happycracia me provoca cierta preocupación. No es menos cierto que, una gran mayoría de los participantes bien demostraban un alto nivel de resiliencia. Bien creo, como en cualquier pareja ideal, en la idea de que cada uno debe permitir la libertad individual y las elecciones personales, basándonos en el respeto a la autonomía y diferencias personales, tanto intrínsecas como extrínsecas. Quiero destacar el gran trabajo que durante su primera década ha desarrollado el equipo del PRAN (Plan Resistencias Antimicrobianas) en todos los ámbitos sanitarios, y muy especialmente en el sector porcino, aplicando el concepto SMART, que bien se refiere a llevar a cabo objetivos específicos, medibles, adecuados, realistas y acotados en el tiempo, principios en los que creo para llevar a cabo cualquier actividad profesional. Los que llevamos algunos años en la producción porcina somos conscientes de la reducción sustancial en el uso de antibióticos. Recuerdo en mis inicios cuando en algunos piensos se llegaban a incluir hasta 6-7 antibióticos a la vez, algo absolutamente descartado actualmente, que bien comparto. Desde siempre, y bien lo sabe todo aquel que ha compartido conmigo cualquier actividad profesional, he sido, soy y seré muy respetuoso con el uso de antibióticos, tendiendo a su mínima incorporación. Me gusta hacer referencia al concepto de uso responsable. En nuestro caso, comparativamente con la medicina humana, el gasto terapéutico lo tenemos muy en consideración dentro de nuestra ecuación de costes, con el agravante de que no están subvencionados, motivo por el que entiendo debemos usarlos de forma muy precisa y tan solo cuando sea estrictamente necesario para la salud – bienestar de nuestros animales. Es otro ejemplo de resiliencia veterinaria. Como mencionaba Aristóteles en su Ética; De dos males, siempre hay que elegir el menor. Al mismo tiempo que creo en una política antibiótica de mínimos, considero relevante cumplir los tratamientos completos una vez empezados. Esto quizás sea debido a uno de mis credos en la vida: Don´t leavelt half way – no dejes las cosas a medias, que sumado al pensamiento crítico de Kant donde, como tantas personas, tiendo a hacerme preguntas que en última estancia no son fáciles de responder, me animan a continuar con la ilusión de seguir aprendiendo cada día. Ya lo decía Oscar Wilde: “En los días que corren, la gente sabe el precio de todo y el valor de nada”. Y a pesar de los astrocitos y la resiliencia, “Errare humanum est”, que decía San Agustín.

 

Coordenadas semana 28: Tierras bávaras y castellano leonesas.

 “Todo ser humano, puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro” – Santiago Ramón y Cajal  (1852-1934 ) Fisiólogo e histólogo aragonés Premio Nobel de Medicina 1906

 

 

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