OLFATO

Hace 77 años en el día D, tal como este pasado domingo 6 de junio de 1944, en una semana como la que estamos, tuvo lugar una de las mayores operaciones militares de la historia por aire, tierra y sobre todo mar en la costa norte de Francia, conocida como el Desembarco de Normandía, que dio lugar a la liberación de la Europa noroccidental de los nazis en la segunda guerra mundial, donde tropas de Canadá, Estados Unidos, Francia y Reino Unido atacaron al ejército alemán desde el mar hasta llegar a París en agosto. Personalmente, dentro de la ingente información al respecto, hay dos detalles que me llaman poderosamente la atención y que me hacen pensar, en que junto a temas muy complejos siempre nos encontramos asuntos absolutamente terrenales y que pueden ser decisivos, que es uno de los aspectos en los que empeño mi trabajo a la hora de analizar cualquier problema en una empresa o granja, así como en mi día a día. Ese día D, que en principio estaba programado con un año de antelación que sería un día antes, el 5 de junio, por motivos climáticos, por otra parte, lógicos en esta época del año, lo retrasaron un día. Y, además, algo tuvo que ver también un español, en este caso el catalán Joan Pujol García, alias Garbo, quien residía en Londres con su esposa Araceli y sus dos hijos, y que fue un agente secreto doble, también conocido como espía, que engañó a los nazis dándoles datos de inteligencia distorsionados de los aliados, lo que le valió ser nombrado Miembro de la Orden del Imperio Británico. No conocí a Joan Pujol, pero si a la Familia Ramón Pujol, excelentes ganaderos/personas, a quien dedico la columna como agradecimiento por su amistad desde hace tres décadas, como bien me indican mis sentidos.

El sexto sentido se define, no como algunos piensan por lo de la X, sino como la habilidad especial que tiene una persona para percibir realidades que pasan inadvertidas a otros, y que le capacita para una determinada actividad, comúnmente llamado intuición. Como es lógico este sentido no es común a todos los seres humanos como si lo son los otros cinco, centrándome en uno en el que nos superan los cerdos a los humanos y que bien sirve a la hora de alimentarse. Este sentido es el olfato. No debemos confundir olfato con intuición, que lo podemos ver reflejado en esa frase hecha en el mundo de los negocios, que dice “esa persona tiene muy buen olfato a la hora de tomar decisiones”. Los cerdos tienen sesenta veces más epitelio olfativo que nosotros (288 vs 5 cm2), tres veces más papilas gustativas (20.000 vs 7.000) y casi cuarenta veces más neuronas olfativas (576 vs 15 millones). Como comprobamos, entre nariz y jeta hay grandes diferencias, como las hay entre nose y no sé, aunque tengo dudas en algunos casos representativos, ya que conozco personas que su jeta es mayor a su nariz, y por supuesto otros en los que su nariz es muy superior a su jeta. Me refiero al soneto satírico escrito por Francisco de Quevedo en el siglo XVII parodiando la nariz de Luis de Góngora, que decía aquello de “Érase un hombre a una nariz pegado, érase una nariz superlativa…”.

La enfermedad del olfato en cerdos se asocia a la rinitis atrófica progresiva derivada de la destrucción de los cornetes nasales, algo que también nos sucede a las personas, a cuyo grupo de patologías debemos añadir sinusitis y anosmia, esta última bien conocida por muchos de los que hemos pasado el coronavirus – SARS-Cov2, suponiendo una pérdida del sentido temporal del olfato, que al recuperarlo en muchos casos daba lugar a olores rancios, que también es característico en cuadros alérgicos y de resfriado. Lo positivo y nexo relacional que resuelve el problema es que para ambas tenemos hoy vacuna. Bien decía San Agustín, frente a los hechos no caben argumentos. En mi caso, y al haber superado los 50 años, según numerosos estudios, el olfato comienza a deteriorarse, lo que se debe a las lesiones que van apareciendo en el epitelio nasal donde el revestimiento de la región olfativa en la que se encuentran dichos receptores en la parte superior de la nariz se va alterando su estructura anatómica. Es lo que también producen los virus mencionados. El Dr. Richard Doty de la Universidad de Pensilvania dice que probablemente una cuarta parte de la población mundial presenta una pérdida importante del olfato, sin ni siquiera darse cuenta. Quizás por ello podamos llegar a la conclusión a la que llegó el estudio realizado en 2018 sobre 20.000 estadounidenses, que al preguntarles cuál de los cinco sentidos echarían más de menos si los perdiesen, tan solo el 2% mencionó al olfato, frente al 70% de la vista, seguido del oído, gusto y tacto. Personalmente, estos tres últimos los invertiría.

Todos hemos oído decir que, cuando perdemos un sentido, los otros se agudizan, lo que hoy está bien demostrado que es un mito, como ha referido el Dr. Thomas Hummel del Centro del gusto y el olfato de la Universidad alemana de Dresden. Es más, bien conozco personas que tienen deficiencias de los seis, o al menos de cinco, y otras que tienen los cinco bien desarrollados e incluso el sexto. Ahí lo dejo. Pero, a buen seguro que también todos estarán de acuerdo conmigo en que las mujeres tienen el olfato más fino que los hombres, como bien demostró la Dra. Erika Jonsson Laukka del Centro de Envejecimiento del Instituto Karolinska de Estocolmo. Yo lo tengo meridianamente claro, con lógicas excepciones. Quizás de aquí viene esa expresión de mis Hijas cuando me dicen “Papa, tú te lo comes todo y todo te sabe bueno”. Aquí me permito decir aquello de “se non e vero, e ben trovato”. En el lado opuesto al razonable deterioro de las facultades sensoriales por motivos de edad, a quién de ustedes no les evocan recuerdos de la infancia algunos aromas. Por ejemplo, el olor a una comida que hacían nuestras madres/abuelas de forma repentina nos trasladan a casa de nuestras progenitoras. Esto también tiene una explicación científica, derivado de que la información nerviosa vía bulbo olfativo llega a una zona del cerebro muy próxima a la amígdala e hipocampo que rigen nuestras emociones y recuerdos. Por ello, les invito a que se emocionen degustando un buen jamón.

“Quieren que la población solo perciba el mundo de los cinco sentidos, y nuestras sociedades están casi completamente apuntadas a hipnotizar los sentidos de vista, oído, olfato, gusto y tacto. La gente es tanto más fácil de engañar y controlar cuando ellos son separados de fuentes más altas de información, intuición e inspiración” David Icke (1952) Escritor británico

Por Antonio Palomo Yagüe