‘Mycoplasma hyopneumoniae’ y la cerda hiperprolífica
En los últimos tiempos, hemos vivido cambios en la producción porcina que, si bien han tenido como resultado un incremento en la eficiencia de las explotaciones o en el bienestar de los animales, también han ayudado a que cada vez cueste más trabajo controlar determinadas enfermedades; entre otras, las debidas a Mycoplasma hyopneumoniae.
Está claro que la cerda hiperprolífica actual poco se parece a la de hace 20 años. Si bien su productividad es mucho mayor, la dificultad en su manejo también lo es, dándose algunos factores que inciden directamente sobre un incremento en la dificultad para el control de esta enfermedad, como, por ejemplo, una mayor complicación para el correcto encalostramiento o, con más relevancia aún, unas mayores tasas de renovación.
El incremento en la prolificidad ha conllevado una mayor dificultad para realizar un buen encalostramiento, lo que en algunos casos ha tenido consecuencias en la salud de los lechones. Además, esta mayor prolificidad ha supuesto una mayor tasa de adopciones/cesiones, que, si han sido realizadas de forma muy temprana, pueden tener como resultado una mala transferencia de inmunidad pasiva, en especial en lo que a la inmunidad celular se refiere (Bandrick et al., 2011). A pesar de que un correcto encalostramiento del lechón no le va a proteger frente a la colonización por Mycoplasma hyopneumoniae, sí que le va a conferir protección frente a la enfermedad durante la primeras etapas de su vida (Bandrick et al., 2008).
Por otro lado, con las cerdas hiperprolíficas actuales se trabaja con elevadas tasas de reposición, lo que obliga a mejorar aún más los sistemas de adaptación de primerizas para un mejor control de la enfermedad.
Si nos detenemos a valorar qué factores determinan la gravedad de los problemas ocasionados por esta bacteria en una pirámide, uno de los más relevantes, en términos epidemiológicos, es el porcentaje de lechones colonizados por Mycoplasma hyopneumoniae a destete.
El porcentaje de lechones colonizados a destete es un factor predictivo de las pérdidas de rendimiento en la fase de cebo debidas a la enfermedad, así como de las lesiones bronconeumónicas que se observarán en matadero, es decir, a más lechones colonizados a destete, mayores serán las pérdidas ocasionadas por la enfermedad (Fano et al., 2007).
Cuando una futura reproductora llega a una explotación se infecta con la cepa o cepas de Mycoplasma hyopneumoniae presentes en ella, posteriormente comenzará la fase de excreción, que suele durar de 220 a 240 días (Pieters et al. 2009); es importante destacar que todos los animales no se infectan al mismo tiempo, ya que Mycoplasma hyopneumoniae es un patógeno que infecta de forma muy lenta (Meyns et al., 2004). La consecuencia es que muchas de estas nulíparas van a llegar a su primer parto aún en fase de excreción, por lo que van a ser las responsables de la transmisión vertical a sus lechones, los cuales, posteriormente, en la fase postdestete serán los responsables de la transmisión horizontal al resto de lechones (Fano et al., 2007; Nathues et al., 2013; Pieters et al., 2014).
Por tanto, el manejo para controlar la dinámica de infección en una explotación también debe enfocarse hacia el control de la transmisión de las primíparas a sus lechones.
Las alternativas para este control pueden pasar por autorreposición, disminuir la edad de entrada de la reposición, sistemas de exposición controlada al patógeno, medidas terapéuticas que acorten el periodo de excreción…
En conclusión, en la actualidad tenemos un importante desafío para el control de esta enfermedad en gran parte de las explotaciones de ganado porcino, para lo que tendremos que realizar un abordaje integral desde los diferentes puntos que afectan a la dinámica de infección.
David Espigares.
Servicio Técnico Porcino.
Ceva Salud Animal