La mujer en el ámbito rural

Como es bien sabido el Objetivo 5 de la Agenda para el Desarrollo Sostenible aspira, entre otras objetivos, a finalizar con todas las formas de discriminación contra la mujer; eliminar la violencia de género; reconocer y valorar el trabajo doméstico y los cuidados no remunerados; y velar por la participación efectiva de las mujeres y la igualdad de oportunidades de liderazgo en la vida política, económica y pública.

No se olvide aquí que uno de los principios clave de la Agenda 2030 es el concepto de “no dejar a nadie atrás”. Por esta razón promover la igualdad de género y empoderar a las mujeres y a las niñas constituya por sí solo un objetivo de desarrollo. Para ello, entre otras acciones, apuesta por emprender reformas que otorguen a las mujeres el derecho a los recursos económicos en condiciones de igualdad, así como el acceso a la propiedad y al control de las tierras y otros bienes, los servicios financieros, la herencia y los recursos naturales.

De acuerdo con la Agenda 2030, para impulsar las economías sostenibles, hay que facilitar a las mujeres y las niñas el acceso a la educación, a la atención médica, a un trabajo decente y la representación en los procesos de adopción de decisiones políticas y económicas. La ONU subraya que la humanidad en su conjunto se beneficiará de ello.

Como se puso de manifiesto en el II Congreso Internacional ‘La Voz de la Mujer Rural en el mundo’, organizado por la Asociación de Familias y Mujeres del Medio Rural (Afammer) el mencionado objetivo adquiere una especial relevancia para las mujeres rurales. Ellas constituyen un colectivo que se enfrenta a“barreras especiales”que se suman a la discriminación que aún existe en el conjunto de la sociedad.

Para la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur), la mujer del campo sufre una triple discriminación, al ejercer una actividad económica sometida a grandes incertidumbres, en un entorno muy masculinizado y en un medio con poco apoyo social que ayude con las tareas familiares. Por este motivo, reclama la primera Política Agraria Común (PAC) con perspectiva de género.

Actualmente en la Unión Europea hay más de diez millones de explotaciones agrícolas y de acuerdo conlos últimos datos publicados por Eurostat, correspondientes al ejercicio 2016, de ellas solo el 28 por 100 están administradas por mujeres. En España, apenas el 23 por 100 de los administradores de explotaciones son mujeres.

En España, que cuenta con seis millones de mujeres rurales,este colectivo es además un pilar fundamental en la lucha contra la despoblación que afecta de manera acuciante a muchas provincias del interior del país.

La mujer rural, como reivindica la Federación de Mujeres y Familias del Ámbito Rural (Amfar), debe posicionarse en el centro del debate de todas las políticas para frenar el envejecimiento, la despoblación, la falta de relevo generacional en el campo y la masculinización de los municipios, problemas que, desde su punto de vista, “ponen en el punto de mira a las mujeres como garantía de supervivencia y futuro”.

Para concluir; el dramaturgo Henrik Ibsen formula una frase ejemplar: “nuestra sociedad es masculina y hasta que no entre en ella la mujer, no será humana”.