La miel y su etiquetado: Modificaciones necesarias

Como es bien conocido la miel es el producto generado por las colonias de abejas melíferas, también conocidas como “abejas europeas” (Apis melífera). Estos insectos elaboran la miel a partir del néctar recolectado, al que transforman de una sustancia líquida ligera y perecedera, más estable, rica en carbohidratos, cuya composición final depende de las especies de las plantas de las que se haya tomado el néctar; así como del tipo y de la química del suelo, del clima y del manejo apícola.

En la Unión Europea (U.E. – 28) puede haber unos 16 millones de colmenas, de ellas unos 6,3 millones pertenecientes a apicultores profesionales. El número de apicultores en la Unión Europea pueden rondar los 620.000, siendo apicultores profesionales unos 33.000. La Unión Europea es altamente deficitaria en miel; importa anualmente unas 210.000 t y exporta solamente unas 22.000 t.

España es uno de los principales estados productores de la Unión Europea y cuenta actualmente con unos 24.000 apicultores, la gran mayoría no profesionales (alrededor de un 82 por 100). Por esta razón únicamente unos 4.500 apicultores producen aproximadamente el 80 por 100 de nuestra miel (una miel, en general de alta calidad y elevada diversificación).

El sector español cuenta con unos 2.9 millones de colmenas; de ellas un 80 por 100, unos 2,35 millones, son trashumantes. Nuestras colmenas están ubicadas fundamentalmente en Extremadura 623.000; Andalucía 561.000, Castilla y León 450.000, Valencia 360.000, Castilla-La Mancha 190.000, Galicia 160.000, Aragón 120.000, Cataluña 116.000 y la Región de Murcia 107.000.

En este marco y aunque los datos referidos al año 2018 no están aún consolidados una primera aproximación a los mismos ya ponen de manifiesto la singularidad de este sector.

En efecto, en el año 2018 la producción global real de miel en España debió estar alrededor de las 31.000 toneladas (de cera del orden de 1.700 toneladas). Las exportaciones de nuestra miel debieron rondar las 25.000 toneladas y las importaciones las 33.000 toneladas. Ello significa que el consumo per cápita real no llegó el año pasado a los 900 gr. /persona y año con un nivel de autoabastecimiento menor al 80 por 100.

Nuestras exportaciones van dirigidas fundamentalmente hacía Francia, Alemania, Portugal Italia, Reino Unido, Estados Unidos, Israel y los Países Árabes mientras que nuestros principales proveedores de miel son en el seno de la Unión Europea (unas 16.000 toneladas)  Portugal, Polonia, Holanda o Rumania (aunque se sospecha que la mayoría de esta miel procedente de la U.E. tiene origen China). La miel de los países extracomunitarios, unas 17.500 t, procede fundamentalmente de China (10.000 t), Argentina, Uruguay y Ucrania.

Actualmente y, desde mi punto de vista, el sector de la miel en España tiene dos graves problemas. Por una parte la falta, cuantitativa y cualitativa, de una demanda que no hace en absoluto honor a las bondades y a la calidad de nuestras mieles y que, en la gran mayoría de los casos, antepone el precio a la calidad (y aquí tampoco se venden duros a tres pesetas); por otra, la falta de un adecuado etiquetado de los envases de miel.

En este sentido y de acuerdo con un informe del propio Parlamento Europeo, un 20 por 100 de los productos del colmenar que llegan desde Países Terceros a la Unión Europea no cumplen con los requisitos requeridos. Hay que tener en cuenta aquí que la miel es el tercer alimento más adulterado del Mundo.

En la Unión Europea nos encontramos actualmente con mieles con la siguiente identificación: “mezcla de mieles originarias de la Unión Europea”; “mezcla de mieles no originarias de la Unión Europea” o, lo que genera enormes disfunciones comerciales: “mezcla de mieles originarias y no originarias de la Unión Europea”.  En este último caso, no se ha requerido de otras informaciones complementarias. Por lo tanto, simplemente con que las mismas contengan un 1 por 100 de miel procedente de la Unión Europea es suficiente.

Cierto es que, finalmente (más vale tarde que nunca), nuestro Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) ha tenido en fase de información pública, hasta el pasado 17 de enero, un proyecto de Real Decreto para modificar el Real Decreto 1049/2003 relativo a la norma de calidad de la miel respondiendo a una demanda histórica del sector destinada a ofrecer la necesaria y útil información a los consumidores para que éstos puedan saber realmente lo que están comprando.

Cierto es también que hay tres puntos en discusión en este tema del etiquetado de los envases con miel y el MAPA aún no se ha definido. Los tres puntos a concretar son: indicación de las distintas procedencias reales de la miel que contiene el envase; indicación del porcentaje de miel que corresponde a cada origen implicado e indicación de si se trata o no de una miel pasteurizada.

Habrá que ver si cuando vea la luz el nuevo etiquetado definitivo éste va a ser capaz de generar un punto de inflexión en la demanda y ello se puede traducir en el imprescindible pago adecuado, digno, al apicultor por la miel de su colmenar.

De no ser así el futuro de nuestros apicultores, especialmente de los profesionales, se presenta con muchas nubes que no presagian precisamente bondades ni invitan al optimismo.