La cadena de suministros de alimentos y la Unión Europea
Escribía la semana pasada en este mismo foro de nuestro Boletín: “como no es inusual en el seno de la Unión Europea cuando un tema es, al menos teóricamente, muy complejo, su abordaje definitivo y su resolución final se suelen alargar notablemente en el tiempo”.
A esta afirmación se le podría añadir una segunda: ”cuando en la Unión Europea se desenfoca un tema es extremadamente complejo lograr reenfocarlo en la dirección y en el sentido correctos”.
Esto es exactamente lo que está ocurriendo con la denominada “cadena alimentaria”.
La Unión Europea (U.E. – 28) ya lleva mucho tiempo preocupada (y con razón) con esta cuestión, especialmente por las repercusiones que tiene sobre el sector primario (agricultores y ganaderos) y, por ende, sobre los restantes eslabones de la misma y en el propio entramado social de la Unión (la Comisión, según ha manifestado reiteradamente, busca reforzar la posición del agricultor y del ganadero en la cadena de suministro de alimentos).
Actualmente, la Comisión está inmersa en la redacción de una propuesta legislativa, en base a un enfoque muy amplio, con el fin de simplificar y modernizar la Política Agrícola Común (PAC). Es en esta “PAC remozada” donde entiendo se debería incardinar el nuevo enfoque de la cadena alimentaria.
Con el fin de afrontar esta compleja cuestión, se inició en el pasado mes de julio una macro-consulta en la cual se están solicitando opiniones acerca de la política a seguir y se proponen cuatro líneas de acción: mantener el actual status quo; establecer un amplio marco comunitario no legislativo con recomendaciones a los Estados miembros; generar un marco legislativo comunitario y/o fijar unas normas legales mínimas,
La evaluación inicial de las respuestas a la mencionada consulta (que concluirá en noviembre) se basa en lo referenciado por el Grupo de Trabajo sobre Mercados Agrícolas (AMTF) creado en enero del pasado año 2016 (la propia AMTF ha sugerido varias maneras concretas de fortalecer la posición de los agricultores en la cadena de suministro de alimentos).
De acuerdo con esta primera evaluación, se ha podido constatar que una amplia mayoría de colectivos representativos de la Unión Europea han dado su apoyo a que se ponga en marcha un enfoque comunitario para abordar el funcionamiento de la cadena de suministro de alimentos (se trata de conseguir, según el Comisario de Agricultura, el señor Phil Hogan, que” la cadena agroalimentaria de la Unión sea más justa”).
Pero, de acuerdo con todo lo que he leído de lo publicado hasta el momento al respecto, no se habla de cómo lograr que, en cada eslabón de la cadena de suministros de alimentos, se establezca una remuneración a un precio justo de los bienes y servicios generados.
Es decir, no se habla de garantizar unos precios que cubran, por ejemplo a nivel del agricultor y del ganadero, todos los costes de producción adecuadamente escandallados, pudiéndole proporcionar, paralelamente, un tercer margen bruto digno acorde con la importancia de su quehacer empresarial para la sociedad (entendiendo siempre los costes reales de una producción eficiente y eficaz, de acuerdo con las circunstancias que concurren).
En mi opinión, mientras en la Unión Europea no se vaya por este camino, que implica la creación de verdaderas cadenas de valor en el ámbito de la generación y del suministro de alimentos, seguiremos “mareando la perdiz”, perdiendo el tiempo y manteniendo, en no pocas ocasiones, a nuestros agricultores y ganaderos “entre la espada y la pared”.
¿Que ello supondría la necesidad de una reconsideración profunda de la actual Ley de la Competencia para el sector primario y que, muy probablemente, se generaría un efecto alcista sobre los P.V.P.? Sin duda alguna, pero ya va siendo hora de que los consumidores paguemos por los alimentos que se generan en la Unión Europea (sujeta, no se olvide, al “modelo europeo de producción”) lo que realmente valen.
Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito.
Universidad Politécnica de Madrid.