Es imprescindible poner urgentemente coto a tanta insensatez
Desde mi punto de vista es absolutamente imprescindible que en España, con suma urgencia, todas las persona sensatas (que no me cabe duda alguna de que somos la inmensa mayoría) y las instituciones que nos deben representar nos posicionemos con firmeza, obviamente respetando siempre la ley, en contra de las muy negativas actuaciones de ciertas personas y de los conocidos colectivos “anti-producción ganadera” (léase aquí, hablando siempre en términos generales, flexitarianos, vegetarianos, veganos y también organizaciones activistas antisistema como, por ejemplo, Igualdad Animal, el Frente de Liberación Animal, el Colectivo Abolicionista Antiespecista etc, etc.).
Todos ellos, arrogándose “la representación de los consumidores” (lo que es totalmente falso, porque ni a mí ni a muchos, pero muchos, millones de ciudadanos de este país en absoluto nos representan), pretenden boicotear a la moderna producción de proteína animal e, incluso, en los casos más extremos, acabar con ella, generalmente haciendo uso de ciertos medios de comunicación sensacionalistas y mediante acciones de escrache en distintos eslabones de la cadena, donde la coacción y las amenazas suelen estar muy presentes.
Y todo ello, digan lo que digan los mencionados colectivos antisistema, sin respetar otras opiniones que no sean las suyas y sin fundamentos técnicos ni científicos, pero, esto sí, con un amplio argumentario emocional (básicamente antropológico) distorsionado y distorsionador.
No me cabe duda alguna: es hora de dejarse de reuniones conciliadoras, que a nada conducen, de circunloquios y de perífrasis, y de coger este toro por los cuernos. Es, insisto, absolutamente necesario que las distintas Administraciones (empezando por el propio Gobierno de la nación), sin dejarse amedrentar por la pérdida de unos miles de votos y por el “qué dirán” no sé dónde, de que las organizaciones, que deben ser con sus actuaciones representativas de los distintos sectores ganaderos, de que los agentes sociales actúen esta vez profesionalmente y no políticamente y de que todos los que, de una forma u otra intentamos instruir, asesorar y/o comunicar pongamos definitivamente coto a este TSUNAMI de INSENSATEZ (y que nadie olvide nunca -yo, el primero- que nuestra primera e ineludible obligación profesional es la de trabajar y actuar SIEMPRE al servicio positivo de la ciudadanía, que es la que de una forma u otra paga religiosamente, vía elevados impuestos directos o indirectos, nuestros sueldos y nuestras pensiones).
Estamos ante un Tsunami que, como he manifestado decenas de veces, pretende amedrentar a la producción pecuaria empresarial y a su cadena (en realidad a la producción de proteína de origen animal) y que, en ciertos casos concretos, como ha sido públicamente manifestado, tiene como objetivo final, insisto, acabar con la misma.
Las presionantes y agresivas campañas, generalmente bien dotadas económicamente, que los colectivos mencionados aplican sin pudor alguno a los distintos eslabones de la cadena alimentaria (incluyendo también al canal Horeca en su sentido más amplio); unos eslabones que, actualmente y como mínimo en el 98 por 100 de los casos, son altamente profesionales y cumplen rigurosamente con el “Modelo Europeo de Producción Pecuaria” (que es el más exigente del mundo, tanto en lo que se refiere al bienestar animal como a la protección medioambiental), no sólo desacreditan injustamente a la cadena alimentaria y a los propios productos pecuarios, sino que generan grandes tensiones sociales y, en no pocas oportunidades, miedo en los consumidores (especialmente los que no conocen la “producción animal”, que son la inmensa mayoría); miedo que se traduce rápidamente en un descenso de los consumos (y en una injusta presión a la baja de los precios).
Resumiendo: no queda otra. Es absolutamente imprescindible poner definitivamente coto urgentemente a tanta insensatez, utilizando todos los medios legalmente disponibles, porque la misma, como una enfermedad vírica, fundamentada en la falsedad, va contaminando lenta pero inexorablemente a distintos estamentos sociales, profesionales y políticos de nuestro país, generando, esto sí, para la referida minoría vociferante, un “irracional y pernicioso beneficio emocional”.
Nos guste o no, nuestra ganadería empieza a estar claramente inmersa en una situación profundamente deplorable para todos y muy dañina para unos colectivos altamente profesionalizados; y lo que es más grave ¡sin generar beneficios técnicos reales a la base animal del siglo XXI! Acaso, por ejemplo ¿es, zootécnicamente hablando, “más feliz” una gallina altamente seleccionada poniendo huevos “tipo 3”, qué generando huevos “tipo 1”?
Por favor…que la ignorancia no nos haga caer en la ingenuidad.
Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito.
Universidad Politécnica de Madrid.