En Francia también ‘cuecen habas’

Hace unas pocas fechas el Ministro de Agricultura francés afirmó algo muy importante para el sector avícola de puesta que no era totalmente cierto. En efecto, su afirmación fue que, cumpliendo una promesa electoral de su partido, los huevos de gallinas en jaula (es decir huevos tipo 3 y tipo 2) ya no estarían disponibles para la venta al consumidor a partir del año 2022 y que éstos solo podrían vender a la industria transformadora. Agregó además que al consumidor solo se venderían a partir de esa fecha huevos de gallinas criadas «al aire libre».

Estas afirmaciones dejan directamente fuera del mercado minorista los huevos de las dos formas mayoritarias de producción en Francia, las jaulas acondicionadas y el sistema de aviario. Es preciso recordar aquí que el plan inicial acordado y consensuado con el Ministerio en diciembre del año pasado, 2017, preveía que en el año 2022 sólo la mitad de las gallinas estarían en sistemas alternativos, manteniendo el potencial productivo del sector, que es el mayor productor de huevos de la Unión Europea (de ahí la falta parcial de veracidad de las afirmaciones del Ministro).

Como era de esperar, por pura lógica, las afirmaciones del Ministro han sido consideradas inaceptables para el CFA (el CFA es una organización agrícola profesional, que reúne a los productores de huevos, de carne de aves de corral, conejos, aves acuáticas de hígado graso y otras especies relacionadas con la industria avícola).

Por su parte, la organización interprofesional del huevo de Francia (CNPO) ha emitido otro comunicado en el que afirma que el Ministro, que actúa bajo la presión de los grupos activistas encabezados por los veganos, fija unilateralmente un objetivo que es «imposible de lograr dentro del límite de tiempo marcado y sin ayudas a la transición”. Como ha manifestado la CNPO “Las gallinas no son ya el pretexto de las campañas veganas, cuyo verdadero objetivo es lograr el fin de la producción en cualquier sistema. No hay ninguna varita mágica y el sector ya hace lo que está en su mano para cumplir los compromisos aprobados por el Ministerio de Agricultura y Alimentación en el plan del sector. Ahora cabe esperar que el Presidente de la República y el gobierno asuman su parte del compromiso firmado”.

Debe tenerse en cuenta que Francia tiene en la actualidad el 68 por 100 de sus gallinas alojadas en jaulas acondicionadas y un 32 por 100 ubicadas en sistemas alternativos (suelo, campero y ecológico). Llevar a cabo una transición de forma tan rápida como propone el Ministro significaría la desaparición de centenares de granjas en Francia, una explosión de las importaciones y un fuerte aumento en los precios para todos los mercados, desde la industria hasta el consumo detallista y la restauración.

También podría perfectamente significar el final de un sector reconocido por su experiencia y la calidad de sus producciones, especialmente reconocidas por su gestión de la reciente crisis del Fipronil.

La realidad actual es que los ciudadanos franceses, en su gran mayoría, entienden perfectamente la necesidad de una transición gradual a los sistemas alternativos. Así un 79 por 100 de los mismos consideran lógico que los avicultores pidan tiempo para adaptarse y que se arbitre una asistencia financiera a las cadenas de venta al por menor. Los franceses también son favorables, en un 94 por 100, a la iniciativa del sector para que el 50 por 100 de las gallinas estén en sistemas alternativos en el año 2022.

En Francia, desde hace años, el sector ha reiterado a la Administración cuatro demandas: tiempo para adaptar las granjas a sistemas alternativos de producción (hay que tener en cuenta que muchos productores aún están endeudados tras adaptar sus instalaciones a los estándares de la directiva comunitaria que obligó a retirar de la producción las jaulas convencionales en el año 2012, lo que supuso inversiones de 1.000 millones de euros); apoyo financiero por parte de los clientes y el gobierno para conseguir 500 millones de euros necesarios para llevar a término las inversiones requeridas para pasar a sistemas de producción alternativos (este apoyo financiero al sector fue parte de la campaña del candidato Emmanuel Macron); establecimiento de unas reglas del juego claras y estables en el tiempo para poder asumir una hoja de ruta realista, de manera que cada avicultor pueda adaptar su producción a largo plazo, sin correr el riesgo de que nuevas decisiones políticas tomadas bajo presión y sin consulta pongan en entredicho el futuro de su granja y, finalmente, que cesen los ataques de los activistas contra el sector, ataques que son totalmente injustos e improductivos, ya que el sector está poniendo en marcha el proceso de desarrollo de las granjas alternativas a los sistemas con jaulas equipadas.

Como se puede constatar, en Francia “también cuecen habas” (y los cocineros son los mismos que en España y en el resto del Mundo; los activistas antisistema).