El voto y la cartera

El sempiterno periodo electoral que vivimos, dos campañas electorales en el plazo de un mes, deja a uno exhausto y necesitado de una pronta recuperación de la normalidad (¡viva la maravillosa rutina!) donde la cuestión laboral se compagine con la familia, el ocio y otras cuestiones que, por pequeñas que sean, son las que dan sentido a nuestra vida diaria.

Comenzamos el año corriente con los jefecillos locales de los partidos políticos a la caza de vecinos, deportistas, toreros, líderes sociales y cualquier otra persona que diese relumbrón a la lista electoral del ayuntamiento y ahora, justo hoy, domingo, es el momento de depositar el voto en la urna. En lo que a mi espectro respecta, son bastantes los baserritarras que se han implicado en las listas, unos más adelante que otros, pero les puedo asegurar que, independientemente del color de maillot que hayan elegido, para mí, es digno de elogio y aplauso que algunos agricultores, ganaderos y forestalistas se hayan implicado en la vida política municipal que, por cierto, es la más cercana y edificante.

Por otra parte, en el transcurso de la campaña, el sector primario mira con distancia la campaña en su conjunto y muy especialmente, las peleas, broncas y dimes y diretes de algunos políticos que dan más pena que confianza. Asimismo, observa con cierta tristeza la ausencia de mensajes, debates y propuestas orientadas al sector primario y rural, y en su intimidad, hasta lo llega a justificar dado el escaso peso que el sector primario tiene en la sociedad vasca (cuestión ampliable al conjunto de la sociedad europea).

Por eso mismo, mi primera reflexión sería sobre cuál es el peso que tiene la cuestión agraria y el mundo rural en el discurso de los diferentes partidos políticos, y cuál es el trabajo, interno y previo, que realizan los partidos para afrontar un periodo electoral desde la óptica agro-rural. Aún es más, ¿qué peso tienen los responsables sectoriales de lo agrario en la vida interna de los partidos y qué influencia tienen para convencer e/o imponer sus tesis frente a una mayoría de compañeros, en principio, alejados de la sensibilidad rural? Hace unos meses clamaba en el desierto, en eso que yo denomino como la “fase del café” (periodo pre-electoral donde los responsables de partidos te invitan a tomar un café para así animarte para integrar su lista electoral) y creo que, ahora que la suerte está echada, creo que el sector en su conjunto debiera reflexionar profundamente sobre su implicación en la vida social y política porque de lo contrario, teniendo en cuenta la realidad menguante del sector productor, mucho me temo que cada vez será más insignificante.

Ahora bien, conviene hacer una profunda autocrítica y reflexionar si lo que como sector achacamos a la clase política (no valorar suficientemente la actividad agraria) no lo hacemos nosotros mismos en el momento de elegir nuestra opción política. Me explico: creo que si somos consecuentes con lo que reclamamos a los dirigentes políticos, es decir, una mayor atención al sector primario, creo que en justa reciprocidad, en el momento de elegir la papeleta de voto, debiéramos ser consecuentes, darle a la cuestión agro-rural (la cuestión en la que nos va la vida) la importancia que tiene y dejar de lado otras cuestiones de cariz netamente político (la Autodeterminación o independencia de Euskadi, la sacrosanta unidad de España…), que si bien son importantes (la misa va por barrios), no es menos cierto que primar estas cuestiones macropolíticas sobre las cuestiones más directamente relacionadas con el sector primario, nos llevan a optar por opciones políticas que, a la postre, no es que nos resulten neutrales, sino que nos hacen la puñeta durante cuatro años impulsando políticas y defendiendo planteamientos radicalmente contrarios a lo nuestro.

Para referirme a situaciones de incoherencia como éstas, suelo recurrir a la expresión de “el corazón a la izquierda y la cartera a la derecha” pero la tendré que retocar y replantearla como “el voto a la izquierda y la cartera a la derecha” para referirme a esa gente, mucha gente, que se siente aliviada y reconfortada votando a determinadas izquierdas para luego, desde el minuto uno, reclamar a los que no han votado, que les resuelvan sus problemas y deshagan los entuertos ocasionados por los que ellos mismos habían votado.

Termino. Decía Margaret Thatcher, en sus ‘Memorias’ que en política es mejor el éxito que el fracaso, pero que el éxito origina muchos más problemas. Espero que el éxito de los suyos le resulte lo menos problemático posible. ¡Suerte!.

 

Xabier Iraola Agirrezabala
Editor en Kanpolibrean.
Blog sobre la granja y el mundo alimentario