El sector cárnico en el punto de mira de la sociedad; actuaciones propuestas

La semana pasada, en el número 110 de este boletín, intenté reflejar cuál es el presente y bajo qué parámetros pienso que puede discurrir el futuro de nuestro sector cárnico. La cuestión estriba en determinar en qué diez aspectos debería trabajar el sector cárnico español, con una visión de corto/medio plazo, para poder garantizar un futuro rentable y exitoso.

Debemos tener presente que el mismo se encuentra, como tantas veces he manifestado y también lo exponía el otro día en la Escuela de Verano de CyL, en el “punto de mira de la sociedad”; una sociedad poco conocedora del tema, pero cada día más exigente y crítica.

En mi opinión, ante esta realidad, lo primero que debería de hacer el sector cárnico español es defender, especialmente en las redes sociales y en los medios de comunicación, su imagen ante las reiteradas y crecientes amenazas y los ataques que se producen desde todos los ámbitos que son conceptualmente contrarios a la proteína animal.

En segundo lugar, se hace conveniente afrontar una reformulación de algunos de sus productos para poder evidenciar a la sociedad la proactividad del sector y su compromiso con los consumidores. En tercer lugar, debería apoyar la unificación de las competencias administrativas para hacer más competitivo al sector cárnico y eliminar ineficacias en su actividad internacional.

En cuarto lugar, debería defender, como ha hecho Francia, la denominación inequívoca de los productos cárnicos, no permitiendo la creciente presencia en el mercado de productos que, sin contener carne, se aprovechan de la reputación y el prestigio de los productos cárnicos (ayer mismo, tuve en mis manos un envase titulado “las hamburguesas más sanas y nutritivas”, con una foto espectacular; leyendo el reverso se constataba que eran hamburguesas vegetales).

En quinto lugar, debería urgentemente publicitar y afianzar el más firme compromiso del sector con la seguridad alimentaria, garantizando siempre la comercialización de productos sanos y seguros. En sexto lugar, es el propio sector el que ha liderar con todas sus fuerzas la lucha contra las irregularidades y los fraudes que surgen del propio sector, apoyando al máximo a los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado. Estos delitos y fraudes se generan normalmente a través de operadores/delincuentes internos que dañan enormemente la imagen del propio sector y, lo que es más importante, minan la confianza de los consumidores y “dan munición” a todos los colectivos “antiproteína animal” (incluyendo aquí a los descerebrados “antisistema”).

En séptimo lugar, el sector debe apoyar sin fisuras la modernización del control en los mataderos (implementación de la utilización obligatoria de cámaras de vídeo) y de la propia inspección veterinaria (que es clave), incluyendo aquí la regulación a nivel nacional de los auxiliares de inspección para poder asegurar una coherencia y una homogeneidad ante las visitas institucionales y de técnicos de Países Terceros a los mataderos.

En octavo lugar, debe controlar las prácticas comerciales que le afectan y, sobre todo, fomentar la realización de unas prácticas comerciales correctas, rechazando las ventas a pérdidas que le afecten directamente (otra cosa es si el último eslabón de la cadena decide sacrificar su margen comercial o, incluso, que decida asumir una pérdida propia por razones estratégicas (sin trasladarla, por supuesto, a los otros escalones de la cadena alimentaria).

En noveno lugar, debe luchar activamente por conseguir la vertebración sectorial y, por último y en décimo lugar, debe posicionarse decidida y claramente por la generación de la cadena de valor, que es la única estructura que puede garantizar un justiprecio en los distintos eslabones de la cadena.

Y que el sector no olvide que, a la vuelta de la esquina, se encuentra la carne sintética dispuesta a “comerse, a corto plazo, su trozo de la tarta del mercado de las carnes” ¡atención también a este tema!

Carlos Buxadé Carbó.

Catedrático de Producción Animal.

Profesor Emérito.

Universidad Politécnica de Madrid.