El Plan Nacional de Vigilancia Sanitaria en Fauna Silvestre
Este importantísimo documento publicado por el Ministerio de Agricultura Pesca y Alimentación (MAPA) establece las bases estructurales de desarrollo y de aplicación del Plan Nacional de Vigilancia Sanitaria en la Fauna Silvestre, uno de los temas de una importancia capital para nuestra agricultura y ganadería.
El objetivo fundamental del mencionado Plan Nacional de Vigilancia Sanitaria es el de conocer la situación sanitaria de los animales silvestres en España, prevenir la diseminación de enfermedades entre esta fauna y la doméstica y proteger la salud pública. Estos objetivos se alcanzarán mediante el establecimiento de los taxones y enfermedades que deben ser objeto de vigilancia.
El Plan deberá enlazarse con los programas de organismos internacionales como UE y OIE, con los programas nacionales del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente y con los Planes Regionales de las distintas Comunidades Autónomas, así como con los programas propios que puedan desarrollar otras entidades tales como centros de recuperación.
Asimismo, establece el esfuerzo de muestreo que debería realizarse para a conocer la situación epidemiológica de las enfermedades consideradas en el programa.
No hace falta explicitar que la vigilancia sanitaria de la fauna silvestre significa realizar investigaciones continuas sobre una población determinada con vistas a detectar la aparición de una enfermedad o la variación de su prevalencia en el tiempo. Ello puede de forma activa o pasiva, siendo ideal la combinación de ambas.
Los sistemas de vigilancia, tanto pasivos como activos/pasivos, pueden tener limitaciones en cuanto a su ámbito geográfico o en cuanto al espectro de especies y de enfermedades objeto de vigilancia.
En este sentido, a escala nacional, parece oportuno contar con un ámbito geográfico lo más amplio posible (siempre en coordinación con los mecanismos de vigilancia sanitaria puestos en marcha por las distintas CCAA). Igualmente, parece razonable no limitar el número de especies a vigilar, al menos en lo que se refiere al método pasivo.
En cuanto a la vigilancia activa, debe centrarse preferentemente en aquellas especies más conflictivas desde el punto de vista sanitario. Además, conviene aprovechar para los muestreos activos o dirigidos aquellas especies que, por su abundancia y por su aprovechamiento cinegético, resultan especialmente convenientes.
No hace falta mencionar que es fundamental contar con un personal cualificado y dotar a los profesionales del sector con conocimientos suficientes sobre ecología de los principales hospedadores, peculiaridades del diagnóstico y del muestreo en fauna silvestre, e información actualizada sobre la distribución y situación de las enfermedades más relevantes.
Con este fin, se considera preceptivo realizar, de forma periódica, jornadas y cursos de formación específica, coordinados por las administraciones responsables de sanidad animal y de medio ambiente.
El programa nacional de vigilancia en fauna silvestre se considera, salvo que se indique lo contrario, prorrogado automáticamente cada año.