El bienestar animal zootécnico: reflexiones

La semana pasada, en el marco de la Asamblea Anual de la Asociación Nacional de Transportistas de Animales Vivos (ANTA), que tuvo lugar en FIGAN 2019, impartí una charla acerca de los principios claves en que se asienta el Bienestar Animal (me refiero al Bienestar Animal Zootécnico, claro está).

La misma ha dado origen a un gran número de consultas y me doy cuenta, al igual como me había sucedido unas semanas antes en la Universidad, que, el desconocimiento técnico sobre esta cuestión del Bienestar Animal y de los principios claves que lo determinan es realmente profundo. Además, generalmente, la misma suele encontrarse sesgada por las posverdades y las falsas informaciones que se difunden de forma regular por las redes sociales (que, en el caso que nos ocupa, en una población poco conocedora de estos temas, tienen un gran impacto gracias a una muy elaborada estrategia de comunicación).

Si definimos al Bienestar Animal como “una situación coyuntural en la cual el individuo (el ser irracional objeto) se encuentra en un estado de armonía positiva, desde la triple perspectiva anatómica, fisiológica y mental (psíquica), consigo mismo y con el complejo entorno en el que está inmerso” estamos en condiciones de exponer los más importantes principios claves en los que se edifica o que lo determinan.

Entre éstos se encuentra, en primer lugar, la ausencia de dolor (físico y psíquico). Importante recordar aquí que el Consejo Nacional de Investigación de los Estados Unidos de América llegó a la conclusión de que todos los vertebrados son capaces de experimentar la sensación de dolor. Hoy sabemos que la inmensa mayoría de los seres vivos tienen estructuras nerviosas más o menos desarrolladas y, por ello, son capaces de sentir dolor (ello justifica, por ejemplo, la nueva legislación suiza que prohíbe sumergir crustáceos vivos en agua hirviendo).

Le siguen la presencia de unas buenas salud física y salud mental, así como la posibilidad real de desarrollar las pautas de comportamiento que le son propias, lo que le permite adaptarse positivamente y con relativa facilidad a su entorno, es decir, sin que esta adaptación le suponga al animal un “coste biológico elevado” y, por lo tanto, sin que se le genere al animal, como consecuencia de sus esfuerzo para adaptarse, cambios emocionales, cambios cognitivos conductuales y/o cambios físicos.

Por lo tanto, el estado de Bienestar es individual, no grupal (dado que depende en cada individuo, de su genética y de su epigenética, de su realidad anatómico-fisiológica y mental, empezando por el grado de desarrollo de sus sistema nervioso, de la capacidad del mismo para sentir, de la experiencia adquirida o del aprendizaje y de las interacciones con el medio ambiente y con el entorno inmediato, incluyendo a los humanos). Además es coyuntural dado que la propia realidad del animal y las del medio ambiente y las de su entorno son dinámicas (varían con el tiempo).

En definitiva la presencia de Bienestar Animal Zootécnico en un ser irracional es una cuestión compleja e individual, dependiendo de su genética y de su experiencia o aprendizaje, con bases o fundamentos físicos y psíquicos; la misma es dinámica y responde a una realidad de interacciones multifactoriales.

Obviamente, el tema del Bienestar Animal Zootécnico no es un tema sencillo, lo sé; pero si es, sin duda, un tema eminentemente técnico. Por ello, su análisis y consideración requieren de unos profundos conocimientos en Producción Animal, en el sentido amplio del término.

Precisamente es esta falta de conocimientos lo que alimenta, en lo que atañe a este tema, a la gran mayoría de las posverdades, falsa noticias y mentiras, que inundan las redes sociales al igual como sucede con otras muchas cuestiones que atañen a la producción de proteína de origen animal (obviamente, en ocasiones también subyacen, en este ámbito, intereses sociales, políticos o económicos muy poco éticos; basta con recordar aquí, por ejemplo, el tema de las “vacas locas” o el de la carne roja y el cáncer).

Y me viene aquí a la memoria una famosa frase de Cleóbulo de Lindos (poeta griego del siglo VI a. C), que cada día me parece más vigente: “nada hay en el mundo tan común como la ignorancia y los charlatanes”.

 

Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito.
Universidad Politécnica de Madrid
Universidad Alfonso X el Sabio