Cataluña II
Antes de escribir acerca del tema que aquí me ocupa también esta semana, Cataluña, quiero agradecer públicamente a los miles de personas que, como lo demuestran los sistemas de control de abertura que tenemos, han leído mi escrito de la semana pasada.
Muchas gracias también a los que han expresado su opinión a través de la página web del Foro Agro – Ganadero y a las decenas que han remitido directamente sus opiniones a mis correos (algunas de ellas muy ofensivas, por cierto).
Vayamos al grano. Como dijo el Sr. Michel Barnier, que es el representante de la Unión Europea en las negociaciones del llamado “Brexit” con el Reino Unido: “antes de mirar al futuro debemos contemplar el pasado”. Me gustaría aplicar este razonamiento desde una perspectiva única y exclusivamente económica, al contexto del tema que aquí me ocupa y empiezo por rogar que recordemos aquí y ahora, aquella famosa frase que dice: una mentira repetida mil veces se convierte en verdad (frase atribuida al jefe de campaña del señor Adolf Hitler: el señor Joseph Goebbels, ejemplo de la filosofía maquiavélica).
En mi opinión una Cataluña – Estado es económicamente inviable ¿por qué?
Para empezar debería asumir obviamente la parte correspondiente de la deuda pública que tiene actualmente España y que en julio 2017 ascendía (datos oficiales) a 1.134.026 millones de euros. Dado que el PIB de Cataluña, en el año 2016, fue de 211.915 millones de euros, el 15,76 por 100 del PIB español, le tocaría asumir, si las cuentas no me fallan, casi 179.000 millones (lo que supone aproximadamente el 86 por 100 de su PIB).
A esta cantidad hay que sumarle su propia deuda pública que en el año 2016 fue de 75.098 millones de euros, un 35,4 por 100 de su PIB (lo que equivale a una deuda per cápita de 10.092 € euros por habitante) y la misma, según previsiones de la propia Generalitat ascenderá, en diciembre de este año 2017 a 77.222 millones de euros (69.855 millones corresponden a deuda emitida por el Gobierno catalán, el resto a deudas contraídas con el resto del sector público); no quiero incluir aquí los cerca de 4.200 millones que debe la Generalitat a proveedores y bancos.
Por lo tanto, si no estoy equivocado, este nuevo Estado nacería con una deuda pública del orden del 121 por 100 de su PIB cuando sus ingresos previstos para el año 2017, según ha comunicado el “conseller”, el señor Junqueras, a la Hacienda Pública española son 30.629 millones de euros (sic).
Por otra parte en Cataluña el sistema de la Seguridad Social genera, de nuevo con datos oficiales en la mano, déficit; es decir, actualmente las cotizaciones de los trabajadores no cubren la totalidad de las pensiones que cobran su pensionistas (el desfase actual supera los 3.000 millones de euros anuales). Este hecho se está viendo agravado por la sangría de empresas que sufre Cataluña (sólo en el año 2016 802 empresas se fueron de Cataluña a otras regiones españolas; 531 que hicieron el camino contrario resultado una pérdida neta de 271 empresas). Ello afecta negativamente al nivel de paro (datos oficiales: actualmente cercano al 13,5 por 100) y a la generación de PIB (que en el año 2016 ha sido en euros corrientes muy similar a la del año 2008)
Ahora bien como Cataluña – Estado no podría permanecer en el Euro (lo repito de nuevo porque, al parecer, muchas personas escriben y hablan en mi tierra lo hacen sin leer ni estudiar las normativas oficiales de la Unión Europea o sin hacer caso de ellas) la nueva divisa catalana, ante la situación expuesta, sufriría en mi opinión una notable caída respecto del tipo de cambio actual lo que incrementaría, sine qua non, de forma muy importante sus deudas y Cataluña – Estado no las podría afrontar ¡así de sencillo y claro!
Y mientras tanto y este hecho me duele muy especialmente, como catalán ejerciente vinculado al campo, un número importante de pagesos defienden la secesión conduciendo sus tractores por calles y plazas (lo vi personalmente en Lleida) cuando la misma les originaría, como ya lo he explicado también muchas veces con documentos oficiales de la U.E, en la mano, una merma dineraria muy importante de sus ingresos al no poder percibir, para empezar, las ayudas de la PAC y pasar a tener como País Tercero muy graves problemas de mercado por razones arancelarias (sic).
¿Cómo es posible que nos hayamos vuelto tan ilusos y crédulos ante tanto maquiavelismo? ¿A dónde ha ido a parar nuestro otra hora tan admirado “seny”?
Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito.
Universidad Politécnica de Madrid.