Antibióticos vs Bienestar Animal

Recientemente leía en un medio que tiene su prestigio en cuanto a información y estadísticas del sector alimentario una frase que me sorprendió por su contenido, y más aún porque a lo largo del texto la repetían en tres ocasiones para resaltar su importancia.

La frase daba a entender que la preocupación de los consumidores por el bienestar animal conlleva y va a implicar un mayor consumo de productos cárnicos libres de antibióticos.

Permítanme profundizar ligeramente en estos dos conceptos para tratar de explicar el por qué de mi sorpresa, ya que una persona no formada en ciencia animal podría entender y asimilar que una menor utilización de antibióticos mejorará el bienestar de los animales.

El bienestar animal, si lo abordamos desde la perspectiva de las cinco libertades (FAWC, 1993) a las que respalda un amplio consenso y aceptación, implica considerar los siguientes derechos en los animales:

  • No deben padecer hambre ni sed
  • El ambiente en el que se encuentren alojados no debe propiciarles estrés físico
  • Prevenir que padezcan dolor, lesiones o enfermedad, y tratarlas adecuadamente si ocurren.
  • Deben ser capaces de expresar su comportamiento normal
  • No deben padecer miedo ni aflicción

En base a estas premisas, queda claro que debemos incidir en el espacio, la calidad de los alojamientos e instalaciones, el control ambiental, el manejo, la alimentación, etc., pero ¿cómo encajamos el tema de la utilización de antibióticos?, los animales no deben padecer enfermedad, sin embargo, los antibióticos son muchas veces la única alternativa para sanar a los animales, además la patología causa malestar ¿cómo se entiende que pueda mejorar el bienestar animal sin antibióticos?

Efectivamente, no puede entenderse. Y no se comprende porque la reducción en la utilización de antibióticos tiene otra razón de ser. La utilización de antibióticos conlleva el riesgo del desarrollo de resistencia a los mismos por parte de los microorganismos a los que van dirigidos, y esto implica que el antibiótico pierde su efectividad ante un patógeno resistente. Las cifras son preocupantes, se estima que en Europa mueren 33.000 personal al año a causa de bacterias multirresistentes a antibióticos (PRAN, 2018), de las cuales 2.500 personas fallecen en España (PRAN, 2016).

Considerando estas premisas parece obvio el “por qué” es urgente reducir la utilización del uso de antibióticos, y resaltamos que hablamos de reducción y no de eliminación. Los antibióticos deben ser utilizados tan poco como sea posible, pero tanto como sea necesario. Los esfuerzos deben centrarse en la prevención de las enfermedades más que en su curación, o como dicen los ingleses “from cure to care”.

La utilización de antibióticos en producción animal, aunque más mediática que en humanos y hospitales donde realmente se han desarrollado muchas de las resistencias que nos afectan, también tiene un potencial importante para su reducción. Se ha trabajado mucho y se debe seguir insistiendo en la implementación de medidas de bioseguridad en explotaciones y fábricas. En alimentación, ya desde hace años se utilizan ácidos orgánicos y sus sales que mejoran la calidad higiénica de las materias primas, que actúan a nivel digestivo frente a microorganismos o estimulando la integridad y protección del sistema digestivo. Entre los fitoquímicos se han encontrado compuestos naturales como los integrantes en la gama Eimex/Afex/Rumex que han probado no generar resistencias y presentan una efectividad análoga a la de ciertos antibióticos y coccidiostáticos.

En resumen, ¿debe interesarnos que haya bienestar animal? Sí, éticamente no parece una cuestión rebatible. ¿Debe interesarnos que se elimine la utilización de antibióticos? No, porque empeorará el bienestar animal, pero sí resulta interesante reducir su utilización únicamente a los momentos en los que son necesarios con el fin de evitar el desarrollo de resistencias microbianas. Para lo que se aconseja:

  • Mejorar las condiciones de producción (Bioseguridad, manejo, instalaciones, formación de personal)
  • Utilizar alternativas a los antibióticos (Vacunación, nutrición con aditivos probados).
  • Cambiar la actitud de los profesionales del sector y mejorar la diseminación de la información.

Como dice el refrán: “Más vale prevenir que curar”, y además sale más barato.

 

 

Juan Miguel Ruiz Rodríguez

Ingeniero Agrónomo

Dpto. técnico PH-Albio