Alemania y los antibióticos en la producción animal

Alemania es uno de los Estados de la Unión Europea más beligerantes en esta cuestión y ha manifestado reiteradamente su objetivo de lograr una minimización en la utilización general de antibióticos, con especial hincapié en la necesidad de hacer un uso particularmente restrictivo de ciertas sustancias activas.

Como ya se trató en su día, desde el pasado 1 de marzo entró en vigor en este Estado una nueva normativa destinada a acotar el uso regular de antibióticos en la producción animal, con el fin de evitar el desarrollo de resistencias antimicrobianas.

En esta normativa se prohíbe la re-designación de una serie de antibióticos que se consideran relevantes para el tratamiento de las enfermedades infecciosas en los humanos.

También se establece la obligación de llevar a cabo un antibiograma para poder establecer de forma correcta el tratamiento a aplicar. En ciertos casos el veterinario responsable está obligado a probar la sensibilidad del patógeno bacteriano con un antibiograma, a fin de optimizar la terapia a aplicar (con todos los beneficios que ello supone).

También se establecieron los principios generales de los procedimientos a utilizar a la hora de recolectar muestras, aislar bacterias y preparar antibiogramas.

En este marco hay que tener en cuenta que el consumo global de antibióticos en la ganadería alemana (incluyendo los animales de compañía en este capítulo) se ha reducido en más de la mitad en los últimos 10 años, mientras que, paralelamente, se ha registrado un lógico aumento de las ventas de vacunas.

Así, las ventas totales de medicamentos veterinarios en 2017 ascendieron a 811 millones de euros, lo que representa un aumento interanual del 2,9 por 100. Un 47 por 100 de las ventas correspondieron a animales de renta y un 53 por 100 a animales de compañía.

El segmento de vacunas ha tenido un desarrollo muy positivo. Creció un 3,5 por 100, alcanzando una cifra de 229 millones de euros. El segmento de especialidades farmacéuticas aumentó el año pasado en un 5,4 por 100 hasta los 280 millones de euros, fundamentalmente debido a las mascotas y a los productos destinados al tratamiento de enfermedades de la piel y a la atención de animales de avanzada edad.

El segmento antiinfeccioso se mantuvo estable en los 151 millones de euros, como consecuencia de un mayor sentido de la responsabilidad en el tratamiento veterinario.

El segmento de antiparasitarios también se mantuvo estable (sólo creció un 0,4 por 100) por un valor ligeramente superior a los 150 millones de euros, cuando en los últimos años había crecido de una forma muy importante.

Las previsiones indican que las tendencias señaladas se consolidarán en el curso del presente año 2018, poniendo en evidencia el positivo compromiso de todos los actores implicados.