Un estudio de la UEx concluye que la fertilización con sulfato de zinc permite el cultivo de bimi en Extremadura

La Escuela de Ingenierías Agrarias de la Universidad de Extremadura (UEx) está llevando a cabo una línea de investigación cuyo objetivo es aumentar la cantidad de zinc en el brócoli, cultivo que ha multiplicado su superficie en los últimos 10 años hasta alcanzar las 5.000 hectáreas, y en el novedoso bimi, una hortaliza creada en 1993 por hibridación natural entre el brócoli y una variedad de col oriental llamada Kai-lan, de gran calidad nutricional y que podría cultivarse en Extremadura en las mismas condiciones que el brócoli, alcanzando un precio en mercado muy superior.

Para ello utilizan una técnica llamada biofortificación agronómica, que consiste en fertilizar un cultivo con un elemento seleccionado, zinc en este caso. El fertilizante utilizado es el sulfato de zinc por su «eficacia ya ampliamente contrastada», y se aplica mediante tres formas diferentes al inicio del cultivo mediante la aplicación de 50 kilos por hectárea.

«Al aplicar zinc al suelo la planta lo va a tener desde el principio y va a crecer mejor con lo que se consigue un mayor rendimiento», subraya Angélica Rivera, que desarrolla su tesis doctoral en esta temática.

En segundo lugar, durante la floración mediante la pulverización foliar de 4 kilos por hectárea diluido en 800 litros de agua y en este caso «la aplicación busca aumentar la acumulación de zinc en la planta más que el aumento del rendimiento»; y, tercero, mediante la combinación de ambas aplicaciones para aunar las potencialidades de ambas.

Gracias a este proyecto se ha podido comprobar como la aplicación combinada suelo más foliar ha provocado un aumento medio en la concentración de zinc de hasta un 40 por ciento y en el rendimiento de un 10 por ciento, indica la UEx en una nota de prensa.

Han corroborado como el bimi posee además mayores contenidos de hierro, calcio y magnesio que el brócoli. Los investigadores afirman que continuarán trabajando en este nuevo híbrido para comprobar que se adapta «perfectamente» a las condiciones del campo extremeño, además de en la «biofortificación para mejorar la dieta y por tanto, la salud de los extremeños».

Los micronutrientes son sustancias esenciales para el buen funcionamiento del organismo. Se denominan así debido a que las cantidades requeridas son menores de 50 miligramos al día. Uno de ellos es el zinc, cuya importancia es «fundamental» ya que entre otros atributos refuerza el sistema inmune, ayuda a evitar una mayor degeneración neuronal, estimula la regeneración de los tejidos, es un antioxidante encargado de reducir el envejecimiento o es clave en el desarrollo embrionario. Además, es también esencial para animales y plantas, en las que mejora el crecimiento, y por ende, su producción.

A pesar de su importancia, en la actualidad la deficiencia de zinc afecta a más del 30 por ciento de la población mundial, siendo una de las deficiencias de micronutrientes más comunes, debido fundamentalmente a la «escasa ingesta de alimentos que contienen suficiente Zinc».

Aunque dicha deficiencia es más común en aquellos países con ingresos bajos, también se encuentra en otros cuya renta per cápita es superior, como el caso de España. Como ha detallado la investigadora principal María José Poblaciones «el problema radica principalmente en que muchos suelos agrícolas presentan niveles bajos de zinc y por tanto los cultivos que crecen en ellos no poseen una cantidad suficiente en el mismo».