Opinión Antonio Palomo Yagüe: Ley de Bienestar Animal
Opinión Antonio Palomo Yagüe: Ley de Bienestar Animal
El bienestar animal da lugar al bienestar humano, pero a la inversa no lo tengo tan claro. El día 6 de octubre vio la luz el borrador de la Ley de Bienestar Animal estatal, que precede a la consulta pública sobre el anteproyecto de dicha ley administrativa, que tiene por objeto establecer un marco normativo a nivel nacional de aspectos básicos de protección y bienestar de los animales considerados como doméstico y/o de compañía, inclusive las colonias felinas, que vivan en el entorno urbano, cito literalmente. La Dirección General de Derechos de los Animales estima que dicha ley será aprobada el uno de enero de 2023, y que es una respuesta a la demanda social como garante legal y real para los animales que forman parte de la sociedad. Dicho marco legislativo pretende abordar la tenencia y convivencia responsable con los animales, el fomento del civismo por la defensa y preservación de los animales, la lucha contra el maltrato y abandono, impulsar las adopciones, implantar actividades formativas, divulgadoras e informativas en materia de protección animal, promover campañas de identificación y esterilización, impulsar acciones administrativas y establecer un marco de obligaciones tanto para los ciudadanos como para las administraciones públicas. Veo aquí influencias anteriores a Jesucristo, donde como Aristóteles en el siglo IV a. C. relató en su “Historia de los animales” un estudio de las relaciones entre los seres vivos, que culminó en su “Scala Naturae”ordenándolos de manera lineal, continua y progresiva, desde el más simple hasta el más complejo que se identifica con el hombre, y que hoy se considera obsoleta a nivel científico a pesar de aquella célebre frase de Leibniz y sus trabajos sobre cálculo infinitesimal que decía “la naturaleza no hace saltos” (Cela-Conde, 2013). Podemos reflexionar en este punto sabiendo que el número de pares de cromosomas que tenemos varía entre seres vivos, con 23 pares los humanos, 38 los cerdos, 48 nuestros parientes simios más cercanos (bononos y chimpancés) y 78 los perros. No todos los seres vivos somos iguales, ni siquiera en nuestra base genética que tanto condiciona aspectos anatómicos, morfológicos, fisiológicos, reproductivos y conductuales.
Leído detenidamente el borrador de la ley, participo plenamente de lo que pretende abordar para propiciar bienestar a nuestros animales. No olvidemos que en España tenemos en funcionamiento desde hace algunos años una de las normativas de Bienestar en Ganado Porcino más exigentes del mundo. No obstante, en el borrador de la ley encuentro un sinfín de aspectos con escaso rigor técnico y científico que, la extensión de esta columna, no me permite desarrollar. El artista florentino Leonardo di Ser Piero da Vinci entre los siglos XV-XVI se dedicó a la búsqueda de la naturaleza del hombre dejando en su icónica hoja de papel el dibujo del “Hombre de Vitruvio”, como la medida del mundo que le rodea. También decía que la parte del juicio de las personas parece encontrarse donde todos los sentidos se encuentran, y ésta es llamada sentido común, que parece ser que estamos perdiendo con el tiempo. Parto de la base que soy Veterinario vocacional, donde el cuidado y bienestar de los animales ha sido mi prioridad desde los años 60, en que atendía a los mismos en casa de mis Padres hasta el día de hoy, desde los cerdos a las vacas, gallinas, palomas, conejos, ovejas, ranas, grillos, tortugas, peces, canarios, cabras, cobayas, perros… Quiero poner de manifiesto que los seres vivos formamos parte de la naturaleza en los diferentes ecosistemas de forma inexorable e intrincada, y que junto a animales y plantas estamos involucrados en el propio proceso evolutivo. Cuando hacen referencia a los vertebrados, entiendo que estaremos incluidos los humanos, y no así las plantas.
Es muy común en nuestro país creernos que somos los pioneros en todo este tipo de políticas humanizadoras, que bien me parecen, pero sin desdeñar otras más dignas y necesarias para el bienestar de nuestros jóvenes y mayores en temas de educación y sanidad. No podemos dejar sola una mascota más de 24 horas, y si a nuestros abuelos. ¿Por qué no hablamos de abandono “0” de nuestros jóvenes y personas mayores? Bien comprendo que el bienestar animal es un tema de preocupación mundial, y que muchos países lo están somatizando. Por ejemplo, en junio 2017 se aprobó el proyecto de Ley 18298 de Bienestar de los Animales de Costa Rica, considerándose una de las más avanzadas del mundo. También en estos momentos se está discutiendo en México otra ley de Bienestar Animal en términos similares. En este país centroamericano se diferencian animales de compañía, de animales de trabajo y animales con destino a consumo con la finalidad de diferenciar las relaciones humano-animal. No olvidemos que los animales domésticos frente a sus ancestros salvajes tienen cambios de comportamiento, que decía Charles Darwin, lo que debemos considerar a la hora de entender que es bienestar, y no pensar que los parámetros de bienestar son idénticos en el animal doméstico (cerdo) que en su ancestro (jabalí). La domesticación a lo largo de los siglos ha cambiado muchos de los instintos de los ancestros salvajes. Recordemos que el perro viene del lobo gris europeo y se domesticó hace 15.000 años. Ambos comparten un 99,5 % de su ADN y hoy existen más de 400 razas de perros, con grandes variaciones en su morfología y comportamiento, algunas de ellas con algunos problemas sanitarios de partida derivados de la selección tanto natural como artificial a la que han sido sometidos a lo largo de su evolución. Dentro de la deriva genética y pleitropía tenemos ejemplos en algunas razas de perros como el mayor riesgo de sordera en los dálmatas, los problemas de cadera en los labradores y mayor predisposición de cataratas en los cocker. Lo de no permitir cruzamientos cuando tienen más de un 25% de consanguinidad o cuando hay enfermedades genéticas me genera grandes dudas epistemológicas, y me gustaría preguntar en qué se van a basar. En el segundo caso, supondría la extinción de alguna de las razas más comunes de perros y gatos. El caso de los gatos siameses, que como consecuencia de su proceso evolutivo tienen un mayor índice de cáncer de mama. Por seguir con esa especie, los gatos domésticos tienen 250 enfermedades hereditarias que son homólogas a las de los humanos, como neuropatía motora, degeneración retiniana progresiva, esclerosis lateral amiotrófica, leucemia.
También estoy muy de acuerdo en que no todo el mundo ni debe ni puede tener un animal de compañía por no tener la sensibilidad suficiente para cuidarle convenientemente y aportarle el bienestar que precisa. De la misma manera, estoy de acuerdo con algunas personas que me han manifestado que no han querido ser padres por no sentirse capaces de educar a sus hijos. Sin duda, una gran lección de responsabilidad más que de profesionalidad como menciona el borrador de la Ley de Bienestar Animal. Y por supuesto, estoy de acuerdo en que cualquier persona que maltrata a un animal es susceptible de maltratar a otro ser vivo de su misma especie. Como también estoy en línea con que cualquier animal sea individual o de un núcleo zoológico, debe estar supervisado por controles veterinarios como garantes de su bienestar.
Como bien mencionó Pasteur, debemos estar preparados para lo inesperado, a lo que me permito añadir, que en estos tiempos VUCA (volatilidad, incertidumbre, cambio y ambigüedad), “puede pasar cualquier cosa en cualquier momento, superando la realidad a la ficción”. No obstante, no quiero dejar de poner los pies en la tierra, sabiendo que tenemos una semana por delante colmada de muchos cumpleaños y de algún aniversario de la pérdida de personas muy queridas. A todos y cada uno va dedicada esta columna de opinión.
“La salud no lo es todo, pero sin ella, todo lo demás es nada” “Quien es cruel con los animales, no puede ser buena persona”
Arthur Schopenhauer (1788-1860) Filósofo alemán
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