Las claves para la correcta nutrición de los futuros reproductores en cunicultura (I Parte)

Los rendimientos productivos en cunicultura son el resultado del efecto de muchos factores, entre los que la alimentación es uno de los más importantes.

Una adecuada alimentación no solo es importante durante la vida adulta, puesto que, en el caso de las conejas, gran parte de su potencial reproductivo se define antes del primer parto o, en el caso de los machos, antes del comienzo de la producción de semen. Por ello, la disponibilidad de nutrientes desde la fase embrionaria hasta el final del crecimiento puede condicionar tanto la productividad como la duración de su vida útil.

La alimentación durante el periodo de recría, entre los 2 y los 4-5 meses de edad, es indudablemente muy importante en la definición de la futura vida productiva y en la longevidad de los reproductores y debería tener tres objetivos principales: cubrir las necesidades nutricionales, proporcionar un adecuado estado de bienestar y salud y maximizar el rendimiento reproductivo tanto a corto como a largo plazo.

Para lograr estos objetivos, los conejos deben alcanzar un adecuado desarrollo fisiológico (digestivo, inmunológico y reproductivo) que les permita optimizar la utilización de los recursos disponibles y una buena condición física que les permita hacer frente a los diferentes desafíos ambientales y maximizar el potencial reproductivo (semen o camadas).

Para definir las necesidades nutricionales de los machos en la recría hay que tener en cuenta que los conejos seleccionados por su velocidad de crecimiento muestran dos fases muy diferentes en ganancia de peso: más de 40 g/d entre la 9ª y 14ª semana de vida, que puede reducirse a 5-10 g/d entre la 14ª a 24ª semana de vida (inicio de la vida reproductiva). Es importante que estos machos cubran sus necesidades proteicas y energéticas, ya que un déficit puede causar una reducción de la concentración espermática y un mayor porcentaje de espermatozoides anormales o con gota citoplasmática, pero es también importante evitar una excesiva deposición de tejido graso, que tendrá consecuencias negativas, tales como infertilidad, aumento del número de espermatozoides anormales o reducción de la producción y motilidad del semen.

Por otra parte, deberemos considerar también los posibles efectos sobre el consumo de las variaciones estacionales y ambientales. Los machos criados en invierno-primavera, con una variabilidad térmica más baja y temperaturas medias moderadas, parecen tener un mejor desarrollo fisiológico, que tiene consecuencias positivas, tanto en su composición corporal, como en la concentración y calidad del eyaculado (menor concentración de espermatozoides inmaduros), que los recriados durante verano-otoño. Por ello, se utiliza un pienso con un nivel de un 15 por 100 de proteína bruta y 10,9 MJ ED/kg de materia seca en invierno-primavera, siendo recomendable aumentar dichos niveles en verano-otoño.

Otro problema con los machos jóvenes es que pueden mostrar un consumo de pienso irregular cuando nos acercamos a la fase de entrenamiento (14 semanas de vida) lo que puede causar un aumento del número de espermatozoides con formas anormales y una reducción de su capacidad de fertilización, tanto si el consumo es muy alto como muy bajo. Una restricción del pienso (aproximadamente un 25 por 100) en machos de 15 semanas de edad tiene un impacto negativo sobre la libido y la producción espermática, pero el ajuste del pienso a las necesidades diarias puede reducir los problemas asociados al sobrepeso, por lo que una restricción moderada (aproximadamente 12 por 100 de la alimentación a voluntad), que satisface las necesidades nutricionales de los machos, puede llevar a una ingestión de pienso más estable y a la mejora de algunas de las características morfológicas del semen y de su fecundidad.

Aunque, a día de hoy, no hay estudios en animales jóvenes, determinados aminoácidos, vitaminas y oligoelementos son fundamentales para la producción y la calidad del semen. De todos ellos, solo la suplementación con vitamina E (con propiedades antioxidantes) en machos destinados a producir semen congelado o la suplementación con 49 ppm de cinc si se destinan a semen fresco, han mostrado mejoras hasta el momento.

 

Concha Cervera Fras.

Catedrática de Nutrición y Bromatología.

Departamento de Ciencia Animal. Universidad Politécnica de Valencia.