La seguridad alimentaria gana peso en la industria

En España el número de listeriosis ha subido un 70% los tres últimos años, con una especial incidencia en Andalucía y Cataluña, dos de las autonomías con una mayor presencia de pymes alimentarias, poniendo en riesgo su futuro ante el incremento de la desconfianza por parte de los consumidores. Pero tanto los expertos en nutrición como la propia industria insisten en la misma idea: los protocolos y las redes de alerta en España funcionan y, quizás, esa sea la razón por la que se detecta de forma más rápida y mejor cualquier tipo de fallo, como ha ocurrido, de hecho, con la listeria.

El Plan Nacional de Control Oficial de la Cadena Alimentaria (PNCOCA) es el documento que describe los sistemas de control oficial a lo largo de toda la cadena alimentaria en España, desde la producción primaria hasta los puntos de venta al consumidor final. “El Plan es completo e integral, y describe las actuaciones de control oficial de las distintas Administraciones Públicas en el ámbito de sus competencias”, explican en Aecosan, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición. La existencia de un Plan nacional de control multianual es obligatorio en todos los Estados miembros de la Unión Europea

En España, en el primer cuatrimestre de 2019 se han notificado un total de 1.235 alertas y notificaciones alimentarias a través el Sistema de Información Rápida Europeo (RASFF), un número que implica también un elevado índice de control y seguridad. Pero, ¿cómo se origina una alerta alimentaria? En primer lugar, se trata de notificar el riesgo asociado a un peligro presente en un alimento, que requiere o podría requerir una acción rápida, en una o varias comunidades autónomas o en otro Estado miembro de la UE, siempre que el producto implicado sea originario y/o esté distribuido en España.

Carne mechada

En el caso de la carne mechada de la empresa Magrudis, así como la reciente alerta por toxinas en el atún en aceite de girasol de la marca Dia, la alerta alimentaria se notificó una vez puesta a la venta, pero hay diferentes puntos de la cadena de distribución donde puede saltar una alarma, pudiendo notificarse, por ejemplo, a la entrada en puerto de materias importadas o, en el peor de los casos, como ha sido este, una vez puesta en circulación.

El enorme peso que tiene la industria alimentaria en nuestra economía hace que, según explican desde el sector, sea necesario actuar y hacerlo, además, de forma rápida, para que la última crisis, que ha golpeado a varias empresas andaluzas, no vaya a más. Lo explica, por ejemplo, Roberto Ortuño, responsable de Seguridad Alimentaria de Ainia (Instituto Tecnológico de la Industria Alimentaria). Aunque, en su opinión, los niveles de seguridad alimentaria en España están entre los más altos de la UE, insiste también en que “resulta de vital importancia reforzar las estrategias de prevención y control para garantizar la seguridad alimentaria en la industria, porque de lo contrario bacterias como la listeria pueden convertirse en la pesadilla de los responsables de seguridad y calidad”.

La listeria es una bacteria muy resistente y prácticamente ubicua. Es decir, podemos encontrarla en casi cualquier parte y puede entrar en los centros de producción con cualquier materia prima, por lo que existen altas probabilidades de encontrarla, en especial en la industria cárnica y de vegetales. Otra de las razones por la que es tan insidiosa es que puede formar colonias que generan un biofilm, en especial, en las instalaciones. Se hace resistente tanto a los procesos de limpieza por arrastre como a la desinfección por biocidad, que no alcanzan a los individuos inmersos y protegidos por la matriz, si no se realizan limpiezas de choque periódicamente, por lo que es necesario un mayor nivel de exigencia y control, especialmente entre las pequeñas y medianas empresas.

El responsable de seguridad de Ainia advierte de que “en algunos casos, tras la detección de la listeria monocytogenes y su presumible eliminación de la planta mediante un tratamiento de choque, la misma cepa vuelve a aparecer varios años después”. Una vez que la bacteria ha llegado al producto y va a ser cocinado por el consumidor, la forma más eficaz de acabar con ella es cocinar los alimentos a temperaturas superiores a 70º. Así se eliminará la bacteria y el producto pasará a ser seguro.

Pero la listeria no es el único problema. Aunque el mayor porcentaje de alertas en España corresponde a la contaminación biológica, con un 29,5%del total, las salmonelas son las causantes del 65% de las mismas. El caso de los avisos por Listeria monocytogenes ha supuesto un 14% del conjunto, estando presente no solo en la carne, sino también en el queso o el salmón ahumado. Y todo ello al margen de fraudes, como la presencia de alérgenos no declarados o la presencia de residuos fitosanitarios y medicamentos

Ante todo ello, la seguridad es un componente absolutamente esencial en la industria de la alimentación y bebidas en España, que en cualquier caso, tiene sobradas razones para sacar pecho, como lo demuestran los datos correspondientes a 2018, que sitúan al sector como el principal motor industrial de la economía del país. Como recuerda Mauricio García de Quevedo, director general de Fiab (Federación Española de Alimentos y Bebidas), “esta industria es motivo de estabilidad económica y social y, dentro de un contexto global marcado por la incertidumbre ha sabido responder a los desafíos manteniendo, por un lado, la tendencia al crecimiento en ámbitos como el empleo o la creación de empresas, y, al mismo tiempo, consolidar su peso tanto en el mercado interno como en su proyección exterior”.

Una aportación del 3% al PIB

El año pasado, la producción alcanzó los 116.890 millones. Esto se traduce en una nada desdeñable aportación del 3% al PIB nacional, al tiempo que representa el 16%del total del sector industrial y el 20% del manufacturero. Además, el sector avanza positivamente con un crecimiento en Valor Añadido Bruto (VAB) hasta 30.847 millones de euros en 2018, un 2,14% más que en el ejercicio anterior.

Es reseñable también el excepcional avance en el número agentes que operan en el mercado. Según el INE (Instituto Nacional de Estadística) en 2018 el número de empresas se amplió en más de un 8% en contraposición con el modesto avance que experimentó el conjunto de la economía, en torno al 1,7%.

“Hemos avanzado en proceso de dinamización y contamos con un tejido empresarial más robusto, con un crecimiento tanto en el número de operadores como en el tamaño de las compañías”, comenta García de Quevedo. Todo ello sin olvidar tampoco el mercado internacional, “como un importante pilar de desarrollo y proyección de la imagen de los alimentos y bebidas españoles en el mundo”, en palabras de García de Quevedo, que vuelve a superar los 30.000 millones de euros en exportaciones. Y eso, a pesar de que las ventas en el exterior se han visto afectadas por la inestabilidad de los mercados internacionales, acusadas por las políticas proteccionistas, las guerras comerciales y el Brexit, entre otras causas.

Superávit comercial

Pese a todo, en 2018 el superávit en el saldo comercial fue de 8.025 millones de euros, aunque, según admite García de Quevedo, “se empiezan a vislumbrar síntomas de ralentización y cierta debilidad en el contexto económico global, que se pueden ver en las cifras de producción y las exportaciones”.

En cuanto a los retos a los que se enfrenta la industria alimentaria de cara a los próximos años, más allá de seguir mejorando en la seguridad alimentaria y los controles de calidad, en opinión de la patronal alimentaria, estos son una mayor implicación por parte de la administración para defender la unidad de mercado, trabajar en favor de una política armonizada y basada en evidencias científicas en nutrición y salud, medidas que contribuyan al equilibrio de la cadena en las relaciones comerciales, y una apuesta decidida por una comunicación activa que impulse el reconocimiento del sector y sus productos. El sector considera imprescindible transitar hacia una economía circular y sostenible, promover la competitividad industrial y el equilibrio fiscal, además de impulsar la innovación y la digitalización del mercado.

Para García de Quevedo, el fortalecimiento y crecimiento continuo de la industria de la alimentación y bebidas pasa por “ampliar los horizontes de la excelencia de nuestros productos (embajadores de la marca España) gracias al esfuerzo de nuestras empresas y la excelente alianza entre turismo, alimentación y gastronomía, un trinomio que sigue prosperando y que se acompaña de un récord de visitas turísticas”.