El león de mi cuñado

No sé si sabrá que cada día del calendario es adoptado como el día internacional de numerosas efemérides, causas loables y de paso, de un montón de peregrinas chorradas. Pues bien, le informo que el pasado 21 de marzo se celebraba, entre otras cosas, el Día del Síndrome de Down y el Día de los Bosques.

El león de mi cuñado

Mi vinculación con el Síndrome de Down es familiar puesto que mi cuñado Aitor es un claro ejemplo de persona con un trastorno genético en el cromosoma 21 que, al menos en su caso, se caracteriza por su afabilidad, alegría (salvo cuando pierde el Athletic), empeño en su trabajo (en un taller protegido de Lantegi Batuak), su apego a la familia y por qué no decirlo, su amor a la carne y muy especialmente, a la txuleta. Como buen león es un gran carnívoro que supera con creces los 8 kilos/año de carne de vacuno que consumimos como media los vascos (bastante más que los 5,19 kilos de media estatal) y mucho me temo que será uno de los pocos que compensará la reducción del 27% en los últimos 10 años que trae por la calle de la amargura a carniceros, distribución y además, también a los ganaderos.

A Aitor, más allá del bocadillo matutino del blanquecino pavo recomendado por el sanitario de turno, lo que le priva es la carne de vacuno, por lo que imagino que no alcanzará a comprender que en el conjunto de la Comunidad Autónoma Vasca, el consumo de carne fresca en total, incluyendo todas las subespecies (cerdo, conejo, ovino-caprino, pollo y vacuno) con 33,96 kg/año ( un kilogramos menos que la media estatal) se haya reducido “sólo” en un 5% en los últimos 10 años mientras, como decía antes, el vacuno ha bajado el 27%. Tanto es así que desde el año 2014 el consumo de carne de cerdo supera a la carne de vacuno y la diferencia se va incrementando con el paso de los años.

Queriendo informarme sobre la cuestión, arrimo la lupa al último Informe Anual del Consumo Alimentario del Ministerio correspondiente al año 2017 y  compruebo que si bien en términos de volumen, el 37,1% de los kilos de carne fresca consumida en el hogar pertenecen a pollo, el 29,3% a cerdo, y el 14,8% restante a vacuno, debemos tener en cuenta que en términos de valor, lidera la categoría la carne fresca de cerdo con el 28,9%, seguida del pollo con el 25,7% y por último el vacuno con el 23,5%. Es decir, según mi aguda vista, podemos afirmar que el consumo es inversamente proporcional al precio.

Ahora bien, y refiriéndome ya en concreto a la carne de vacuno y cuando se pretende fijar una estrategia de futuro para el sector vacuno conviene tener en cuenta diferentes aspectos y entre ello, uno, el perfil del consumidor que consume el tipo de carne que uno produce, por ello, los ganaderos y sus cooperativas deben ser conscientes que el perfil del hogar consumidor es el constituido por parejas con hijos mayores, también destacan con un consumo intensivo tanto parejas adultas sin hijos como retirados, así como adultos independientes y llama la atención sobremanera que son los hogares formados por retirados quienes mayor consumo per cápita realizan de la categoría con una ingesta media de 8,56 kilos por persona y año. Mal asunto, por otra parte, que el mayor consumo de carne de vacuno (ocurre algo similar con otras carnes salvo en el pollo) esté vinculado a gente adulta, mayores y retirados y el peso de los más jóvenes sea más bien escaso.

Aún es más, si nos fijamos en el canal de compra, observamos que en 2017 el principal canal de compra de carne fresca de vacuno sigue siendo la tienda tradicional (carnicería) con un 38% del total pero con un descenso acusado del 7,5% con respecto al año anterior seguido bien de cerca por el supermercado con un 36,7% (incremento del 3,1%) y con un 11,9% del híper (bajada del 3,2%) y si nos fijamos en el precio medio de la carne en función del canal de compra, comprobamos que la carnicería es el único canal con un precio superior al medio total de 9,42 euros/kg. En consecuencia, habrá que analizar cómo reforzar el canal tradicional, carnicería, sin perder de vista los nuevos canales que vienen con fuerza pero con precios más bajos.

No obstante, y acabo con la carne, debemos estar abiertos a la terca realidad que nos recuerda que mientras la carne fresca desciende, suben la carne transformada (jamón curado y paleta, lomo embuchado normal e ibérico, chorizos, salchichón y salami, fuet y longanizas, jamón cocido, paleta cocida y fiambres) con especial protagonismo del fiambre y bastante más, ¡inquietante!, la carne congelada.

Congelados, por otra parte y teniendo en cuenta que el día 21 también fue el día internacional de los Bosques, andan los propietarios forestales con la dichosa enfermedad de la banda marrón del pino insignis y la incomprensible decisión del Ministerio de prohibir el tratamiento aéreo de óxido cuproso que ha conllevado a las administraciones vascas a impulsar un proyecto experimental de tratamiento terrestre de dicho óxido cuproso en una superficie de unas 1.050 hectáreas. La presión ecologista y política de algunos en los aledaños ministeriales ha cundido y el Gobierno Central ha preferido no encender fuego alguno en vísperas electorales impidiendo, o retrasar al menos, la aplicación de ese tratamiento que tan buenos resultados ha obtenido en otros países.

Corren tiempos difíciles para los forestalistas y por ello resulta aún más incomprensible y doloroso el injusto tratamiento que ayuntamientos como el de Mutriku proporcionan a los propietarios forestales locales sometiéndolos a una doble licencia (la licencia local tras la autorización foral) tanto a la corta como a la plantación forestal aún a sabiendas que las competencias forestales son exclusivas de la Diputación Foral de Gipuzkoa y que se amparan en unas trasnochadas Normas Subsidiarias para imponer sus preferencias en cuanto a especies arbóreas se trata.

Como diría aquel, alguno hay que está valiéndose del dolor de los forestalistas para hacer “leña del árbol caído”. Esperemos que no sea por mucho tiempo.

 

Xabier Iraola Agirrezabala
Editor en Kanpolibrean.
Blog sobre la granja y el mundo alimentario