El aire que respiramos en las granjas (I): polvo y bioaerosoles

La presencia de polvo suspendido y bioaerosoles en alojamientos ganaderos reduce de forma significativa la calidad del aire y puede comprometer no solo la salud de los animales y del personal expuesto a estas sustancias, sino también los rendimientos productivos y afectar al medio ambiente. La ganadería contribuye entre un 4 y un 17%, según tamaño de partícula, al total de las emisiones de polvo suspendido de España. Por ello, las Directivas 1999/30 y 2008/50 establecen unos límites máximos de concentración de partículas gruesas y finas, respectivamente, en el aire ambiente y regulan la calidad del aire que respiramos.
En el interior de las granjas el polvo suspendido se caracteriza por presentarse en concentraciones de 10 a 100 veces más alta que en otros ambientes. En granjas avícolas, por ejemplo, es habitual encontrarse concentraciones de 1 mg de partículas de polvo suspendido de 10 micras de diámetro (PM10) por m3 de aire. Esta concentración supera en más de 15 veces el valor máximo de concentración que marca la Directiva 1999/30 para partículas gruesas.Pero ¿de dónde viene el polvo suspendido en las granjas? El polvo proviene de fuentes diversas como las heces, el pienso, los propios animales (plumas, pelo, o descamaciones de piel) y tiene la capacidad de transportar olores, gases y gran variedad de microorganismos. A la asociación entre el polvo y los microorganismos suspendidos en el aire se le denomina bioaerosol. Éstos se definen como aerosoles que comprenden partículas de origen o actividad biológica (esporas, hongos, virus, bacteria, toxinas y alérgenos) que pueden afectar a los seres humanos causándoles algún tipo de patología, ya sea de tipo alérgico, tóxico o infeccioso.

En este sentido, existen tres maneras por las que las partículas de polvo pueden afectar a la salud humana y animal:

  1. Por la irritación del tracto respiratorio y la reducción de la respuesta inmunitaria a enfermedades respiratorias causadas por la inhalación de partículas de polvo.
  2. Por la irritación del tracto respiratorio a causa de determinados compuestos asociados a las partículas.
  3. Por la inhalación de microorganismos patógenos y no patógenos transportados por el material particulado. Los bioaerosoles generados en el interior de las explotaciones ganaderas contienen en su mayoría bacterias Gram positivas y componentes biológicos activos que se relacionan con reacciones tóxicas y procesos inflamatorios intensos (por ejemplo, endotoxinas y glucanos). También pueden estar relacionados con enfermedades infecciosas y zoonosis como campilobacteriosis, salmonelosis, fiebre aftosa, colibacilosis, influenza y enfermedad de Newscastle.

Si a esto le añadimos los efectos perjudiciales de las partículas de polvo en el medio ambiente (empeoramiento de la visibilidad atmosférica, absorción de la radiación solar e infrarroja en el ambiente, estrés vegetal y modificación de los ecosistemas), resulta imprescindible desarrollar estrategias técnicas y prácticas para reducir el polvo suspendido y los bioaerosoles y evitar su emisión al exterior de las granjas.

Las medidas de reducción abarcan desde medidas de aplicación sencilla como medidas de manejo o programas de bioseguridad y vigilancia; hasta medidas técnicamente complejas como la pulverización de aceites y/o desinfectantes, la ionización negativa, la filtración del aire de entrada/salida o la oxidación fotocatalítica, la radiación germicida ultravioleta y la ozonización.

María Cambra López
Profesora e investigadora del Instituto de Ciencia y Tecnología Animal
Universitat Politècnica de València