DOMESTICACIÓN

Los cerdos no son todo lo respetados que merecen, ya que posiblemente sean los más inteligentes de nuestros animales domésticos. En la Edad de Bronce griega se relacionaban con lo femenino, la fertilidad y la valentía, estando muy bien considerados en parte de Asia, llegando a su apogeo en la Polinesia donde eran los alimentos para los Dioses. Bueno, más o menos como ahora el jamón ibérico. También en Nueva Guinea la riqueza de sus habitantes se juzga por el número de cerdos que poseen, lo que se me antoja podía ser así al valorar la riqueza de los países, considerando que somos el cuarto país del mundo con más cerdos, aunque creo que en este caso no es así. Hoy estamos inmersos en una visión esencialista de la naturaleza que tiene muy poca base científica, y que categoriza lo natural con lo bueno y lo que manipula el hombre con lo malo, que ya apuntó Platón en sus escritos sobre los hombres de las cavernas, derivado de una visión parcial de la realidad. Pero no es menos cierto según los científicos evolutivos que la naturaleza no tiende al equilibrio, sino que más bien es algo dinámico, lo que sin duda es un cambio de paradigma con respecto a las ideas ecologistas, ya que también el hombre forma parte de la naturaleza. Por poner un ejemplo que me parece curioso de que todo es dinámico en el consumo de carne de cerdo, bien saben que en Medio Oriente y países musulmanes no lo consumen por motivos religiosos, pero en el Egipto predinástico se llegó a consumir gran cantidad de carne de cerdo, e incluso a los cerdos se les llegó a asociar con el Dios Seth.

Dentro del orden de mamíferos artiodáctilos tenemos a los cerdos, además de a los bóvidos, camélidos, cérvidos y jiráfidos. Es curioso que el cerdo y la jirafa son mis dos animales preferidos. Dentro de todos estos mamíferos, los cuales comparten el sistema límbico, las mismas hormonas y sistema endocrino, los cerdos son los más eficientes en transformar lo que comen en carne, lo que desempeñó un papel clave en su domesticación, por lo que desde el punto de vista evolutivo la domesticación sale a cuenta. El género Sus al que pertenecen los cerdos nació hace 3,5 millones de años en el sureste asiático (campesinos que sembraban arroz y mijo), siendo los jabalíes salvajes pertenecientes a la especie Sus scrofa, diferenciándose en 25 subespecies que dieron lugar al cerdo doméstico. La domesticación del cerdo siguió dos rutas diferentes, la primera parecida a la de los perros y gatos, quienes se sintieron atraídos por los asentamientos humanos junto con sus desperdicios, lo que supuso un proceso de autodomesticación, al que se añade una segunda ruta a través de la gestión humana a partir del pastoreo de las poblaciones salvajes, que en el tiempo llegó a la intensificación. Esto ha hecho que actualmente aun haya bastante correlación genética entre los cerdos domésticos, salvajes y silvestres, que según dicen los que saben, es mayor que la que tenemos entre grupos de personas, lo cual ya me venía a mí dando luces desde hace tiempo.  Fue el excedente de producción de alimentos lo que nos llevó a la Revolución Neolítica que creó las condiciones para una economía agrícola y también para la vida urbana. En dicho momento del comienzo de la civilización tan solo había en nuestro planeta 10 millones de personas, coincidiendo también con la aparición de los cereales y los cerdos en una asociación con los humanos. Así, la domesticación se considera una forma de evolución acelerada, aunque en algunos casos puede tener consecuencias no buscadas. La dimensión del cambio en el fenotipo (conjuntos de rasgos de comportamiento, fisiológicos y morfológicos) no presenta en ocasiones una correlación directa con los cambios en el genoma, de tal forma que podemos tener cambios fenotípicos con una reducida modificación genética, como ha sido el caso de los perros, caballos, pollos o cerdos, donde la distancia genética entre sus ancestros y ellos mismos es muy poco comparada con la distancia fenotípica. El neurobiólogo norteamericano Richard Francis ha descrito que uno de los efectos secundarios de la selección en busca de la docilidad ha sido la reducción del dimorfismo sexual, ya que no se ha realizado una selección sexual antagónica, especialmente en humana. Me permito hacer aquí una simpática referencia al “Principio del Ricitos de Oro” como se conoce en el ovino, donde los carneros con cuernos más grandes tienen mayor éxito reproductivo, pero una vida más corta, mientras que los carneros con cuernos vestigiales atraen a menos hembras, pero viven mucho más. Pueden elegir con quien quedarse. Yo personalmente me quedo con los carneros de cuernos intermedios ya que tienen una vida larga y satisfactoria con mucho sexo. Esto científicamente se llama “ventaja heterocigótica”.

Los cerdos se diferencian fenotípicamente mucho más de sus antepasados que los otros animales domésticos en base a la deriva y selección genética tanto natural como artificial que ya comenzó en el siglo XVII. Quizás el primer cambio estructural de los cerdos fue el acortamiento del morro, seguido del acortamiento de los miembros, con menor tamaño del cerebro y rizado de la cola, así como una menor agudeza olfativa y cambios en la pigmentación del pelo determinada por seis alelos, siendo la capa blanca la que más se aparta del tipo salvaje, y la capa negra el color que preferían los dioses, en lo que algunos de ustedes, a buen seguro, estarán convencidos. Dentro del proceso de selección hemos sido testigos de extraordinarias mejoras en su eficiencia productiva derivados de avances en la pubertad, prolificidad, producción lechera, mejor crecimiento, mayor eficiencia alimentaria. La semana pasada fui testigo del nacimiento de una camada de una cerda de cuarto parto con 26 lechones y un peso de 35,67 kilos nada más nacer. Bien sabemos que los cerdos son animales muy sociales y dóciles, donde la interacción entre cerdos y personas están bien determinadas. Pero afortunadamente, los cerdos no se han adocenado ni adoctrinado, que si es algo bastante frecuente de observar actualmente en las políticas sociales y de gestión de personas. Entendemos por adocenamiento la práctica por la cual se trata de volver a alguien mediocre y vulgar, al tiempo que por adoctrinamiento dar instrucciones con el fin de cómo tiene que comportarse u obrar. Se me ocurre pensar en que quizás en los humanos podamos estar en lo que se conoce como domesticación inversa o “salvajización” que es lo que sucedió cuando se llevaron a Australia los dingos que estaban domesticados hace cinco mil años, siendo hoy los mayores depredadores del outback, adoptando rasgos más propios de sus ancestros salvajes, los lobos. Si a ello le sumamos que los seres humanos tenemos más o menos los mismos genes que los peces globo y no muchos más que los nematodos (lombrices), se me antojan ciertas similitudes entrecruzadas. Además, sabiendo que el miedo y la agresión son dos emociones cruzadas para el proceso de domesticación, que bien se regula en todos los mamíferos por el eje hipotalámico-hipofisario-adrenales para el control del stress y poder alcanzar la docilidad, no tengo ninguna duda de que, como bien decía el señor Ángel de mi pueblo: “algunos están sin domesticar”.

“Plasticidad fenotípica: los fenotipos alternativos son importantes ya que pueden conducir a rasgos nuevos y luego a la divergencia genética. La plasticidad ambiental juega un papel clave en la comprensión de la teoría genética de la evolución” – Mary Jane West-Eberhard (1941). Bióloga estadounidense seleccionada como una de los “21 Líderes mundiales en comportamiento animal”

Por Antonio Palomo Yagüe