COSTANCIA vs CONSTANCIA

Mi Tío Constante y la Señora Constancia, de mí pueblo segoviano, son dos personas de esa generación nacida en los años 30-40 del siglo pasado que levantaron este país, y que nos han dejado este año, sin ni siquiera podernos despedir de ellas, en una situación de absoluta inhumanidad, aparte no menos de ética y respeto. A ellas y a todos sus coetáneos, muchos de ellos nuestros Padres y/o Abuelos, quiero dedicar esta columna, a modo de mi más humilde y sentido homenaje. ¡Qué importante era aquello que nos enseñaron de respetar y escuchar a los mayores, y que tan denostado está hoy! Sirva como una voz de alerta y alarma social por mi parte.

“La Costancia” era la Madre de mis amigos Isabel, Julia, Toño y Javier, es decir el nombre común-apelativo de una excelente mujer. Y Constante viene de Constantino, que era el nombre de uno de los hermanos de mi Madre, que no Constantino I el Grande fundador de Constantinopla, hoy Estambul, aunque también Grande. Ambos son nombres comunes, pero solo uno se refiere al término que hoy quiero resaltar después de hablar en una columna anterior del ánimo y la paciencia, tan importantes siempre, y más en los tiempos que corren. Shakespeare decía que, si el hombre fuera constante, sería perfecto. Y me quiero centrar en lo esencial de la constancia en el trabajo y en nuestras vidas, refiriéndonos a la firmeza y perseverancia en las resoluciones, en los propósitos o en las acciones. En el ámbito deportivo, y bien me consta, va ligado a la superación. Bien conocerán aquel refrán que dice: “llega más lejos el que quiere que no el que puede”. Una palabra opuesta es la desaplicación que refiere la falta de esfuerzo, interés y constancia en la realización de un trabajo o en el desarrollo de una actividad. Bien nos suena cuando escuchamos que alguien es muy aplicado, y no solo en los estudios, que también, además de en su día a día. En nuestras empresas-granjas cuando contamos con “personas muy aplicadas”, y conozco bastantes, los resultados son siempre positivos. No es menos cierto que todos sabemos de situaciones en las que hay unas cuantas personas constantes y otra/s “no tanto”, lo que según el área de actividad puede impactar de forma muy negativa en los resultados finales. Todos saben lo de la oveja negra del rebaño o el garbanzo que estropea el cocido. Un ejemplo que siempre me viene a la cabeza es el de la fertilidad, me refiero a la de nuestras granjas, aunque también podría valer en humanos. Aquí la constancia con base en la perseverancia es una garantía para obtener-mantener un alto porcentaje de fertilidad-tasa de partos (>90%), siendo considerada la evolución de la fertilidad durante tres años consecutivos la base para otorgar el Premio Especial Porc d´Or con Diamante. Por lo tanto, la constancia está en la base del éxito y la desaplicación en la de la mediocridad. Siempre hemos escuchado que, si cada día desde el inicio del curso estudiásemos un poco de forma constante, y no lo dejáramos para el último día, superaríamos el curso holgadamente (tengo una compañera llamada Olga que es un buen referente de constancia en su trabajo, de quien me enorgullezco).

No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy, que también está en la línea de la constancia. Y en los equipos de trabajo lo considero crítico, ya que en no pocas ocasiones hacemos trabajos en cadena, y si un eslabón de la misma se ralentiza o se rompe, o lo solucionamos rápido, o a todos nos repercute (Ejemplo de la cadena de un elevador en una fábrica de piensos o la cadena de alimentación del silo a las tolvas en las granjas). ¿Cuántas veces nos retrasamos en dar una solución por esperar a recibir una respuesta o disponer de todos los datos que habíamos solicitado para poder tener la base para la misma? Y como bien sabemos, el tiempo es oro, y el tiempo perdido son euros. Ya conocen muchos una de mis frases acuñadas a lo largo de mi vida: “hacer el tonto cuesta mucho dinero” y ser constante haciendo el tonto nos cuesta mucho dinero a todos. Al fin y al cabo, para todos sale y se mete el sol a la misma hora, la hora tiene sesenta minutos, el día 24 horas, la semana siete días y el año 52 semanas. Cómo las utilizamos, y más bien diría, cómo de constantemente las utilizamos, de ello dependerá en gran medida nuestros resultados finales, que son bien diferentes de unas personas a otras, partiendo de que todos tenemos el mismo tiempo. Claro está que no sabemos cuánto vamos a vivir, en cuyo caso sería más fácil programarse el tiempo y jugar con la constancia. Un gran referente de la profesión, que desgraciadamente falleció a una edad muy temprana, unas horas antes del triste desenlace visitándole en la habitación del hospital me dijo que sabiendo que su vida tocaba a su fin, estaba satisfecho de haberla vivido plenamente. Don Santiago Martín Rillo fue un excelente Veterinario con una gran constancia en su vida y un ejemplo para las siguientes generaciones, que también desde aquí quiero agradecerle. Entonces me pregunto: ¿No creen que es tan importante la gestión del tiempo como la constancia en el tiempo?.

Por Antonio Palomo Yagüe – ADM SETNA       

“Sin prisa, pero sin descanso. Un gran sacrificio resulta fácil; los que resultan difíciles son los continuos pequeños sacrificios” – Jöhann Wolfgang von Goethe (1749-1832)