Claves en la cría y recría de pollitas ponedoras

Hoy día es común escuchar en todos los simposios alrededor del mundo el tema relacionado con producción de ponedoras de huevo comercial de ciclos únicos. Esta ha sido una decisión tomada por las distintas casas genéticas, atendiendo las necesidades del mercado mundial y, por su puesto, como respuesta ante las organizaciones de bienestar animal que han prohibido el uso de la práctica de pelecha o muda.

Sin embargo, debemos tener en cuenta que, con ésta decisión, estamos forzando a las aves a que se alejen un poco de su condición normal de producción, pretendiendo que el ave tenga la capacidad de sostener una producción continua por dos veces su ciclo natural.

El ave no es una máquina y, a medida que envejece, va disminuyendo la eficiencia en procesos como:

  1. Capacidad de absorción, metabolización y movilización de nutrientes.
  2. Capacidad de fijar sales de calcio para formar cáscara.
  3. Aumenta sus procesos oxidativos.
  4. Disminuye la cobertura y calidad del emplume.

Ante este nuevo panorama, debemos reaccionar siendo más estrictos y eficientes en manejos nutricionales, de ambiente y densidad para evitar situaciones como:

  1. Tasa de postura reducida.
  2. Calidad de huevo “cáscara” reducida.
  3. Aumento en el % de huevos de segunda.
  4. Incidencia de inclusiones internas y pecas en la superficie de la cáscara.
  5. Menor calidad de la albúmina.

Desde el punto de vista de manejo del ambiente, debemos trabajar en función de que vamos a preparar un ave para un “maratón” y, para eso, debemos enfatizar en un adecuado desarrollo de la pollita en sus etapas de cría y recría.

Un buen manejo de las pollitas en sus primeros días de vida tiene un impacto dramático en los parámetros de rendimiento finales, tales como peso, conversión, H.A.A, % mortalidad y el más importante de todos que va a ser el costo final de producir un kilo, una caja o una docena de huevos.

Independientemente del sistema de recepción, el principio debe ser el mismo, en donde se asegure una adecuada área de cría que permita garantizar un área de confort para la pollita y con muy pocas variaciones de temperatura.

Hay que tener en cuenta la capacidad de ganancia diaria, en gramos y porcentualmente, que tiene la pollita durante la primera semana:

En los primeros tres días tiene la capacidad de ganar en total 13 gramos, que equivale a un 33%, del total de la ganancia de peso corporal en la primera semana. Esta etapa es la utilizada para formar y aumentar todas las actividades propias del sistema digestivo, para luego, en la segunda etapa de la primera semana (día 4 a 7), poder ganar 23 gramos, que equivale a un 64% de la ganancia total a darse en la primera semana. Entonces es muy sencillo; si con alimentación no logramos ese 34% de ganancia de peso corporal en los primeros tres días, será muy difícil pensar en una ganancia del 64%, que equivale a una ganancia de 7 gramos ave día los últimos 3 días de la semana.

Además, sabemos que, al haber menos disponibilidad de nutrientes, hay una relación directa entre nutrición e inmunidad.

La inmunosupresión constituye uno de los principales problemas que afectan a la respuesta inmunológica de manera temporal o permanente, con incrementos de la susceptibilidad a enfermedades.

La temperatura, calidad del aire y humedad son factores muy importantes a considerar. El no proveer el ambiente adecuado durante el período de crianza reducirá el futuro desempeño productivo, debido a un menor crecimiento y desarrollo, una conversión alimenticia más pobre y mayor predisposición a enfermedades.

Uno de los objetivos durante la crianza es mantener la pollita dentro de su zona de confort, es decir, que no utilice su energía para ganar o perder calor, sino para su crecimiento.

En la crianza de pollitas es crítico mantener la temperatura correcta, especialmente durante sus dos primeras semanas de vida. Al nacer la pollita está mal preparada para regular sus procesos metabólicos y controlar adecuadamente la temperatura de su cuerpo.

Como resultado, la pollita recién nacida depende de la temperatura ambiental para mantener la temperatura corporal óptima. Si la temperatura disminuye, también lo hará la temperatura corporal de la pollita. Asimismo, si aumenta la temperatura ambiental, también aumentará la temperatura corporal de la pollita.

Demasiado frío o calor durante este período crucial puede resultar en un pobre crecimiento, una mala ganancia de peso y mayor susceptibilidad a enfermedades. Las prácticas adecuadas de crianza deben mantener la temperatura corporal de la pollita para que no tenga que utilizar energía para perder calor mediante el jadeo o para generar calor a través de su metabolismo.

Las investigaciones han demostrado que la pollita desarrolla la capacidad de regular su temperatura corporal alrededor de los 12 y 14 días de edad.

De la mano con la temperatura debe ir la humedad relativa, la cual debe mantenerse entre el 40 y el 60% durante el período de crianza. La producción de amoníaco se da debido a la descomposición microbiológica de materia fecal en la cama. Las condiciones polvorientas en el galpón de las aves de corral están asociadas con una humedad relativa inferior al 50%

Para determinar qué tan buenos criadores somos se debe analizar el cumplimiento con el peso a la quinta semana y con una uniformidad no inferior a 80%.

Hay que tener en cuenta que para esta semana el ave debe haber aumentado 7 veces su peso inicial. En esta etapa es muy importante el consumo de proteína, es decir, es una fase proteico dependiente, de crecimiento rápido y donde lo importante es lograr las bases del desarrollo corporal, ya que se está dando la formación de órganos internos y esqueleto (atención a la proteína y micronutrientes).

El peso de la quinta semana tiene una correlación alta (0,63) con el inicio de puesta, una correlación muy alta (0,82) con la persistencia, una correlación alta (0,71) con la supervivencia a 60 semanas y una correlación muy alta (0,93) con la producción hasta 72 semanas. (Martin et al 2005).

Continuamos con el peso a las doce semanas, ya que, al cabo de este tiempo, el 95% de crecimiento del esqueleto debe haberse logrado. Pesos por debajo de los ideales antes de alcanzar las 12 semanas pueden indicar un crecimiento inferior del esqueleto y generación de aves chicas.

Para la genética moderna, se espera terminar la semana 18 con pesos superiores a 1.500 gramos en aves de color que garanticen no solamente un excelente pico de puesta sino también una muy buena persistencia y longevidad del lote. Más peso corporal es equivalente a más huevos producidos por Ave Alojada.

En las ponedoras actuales de alta producción, estas llegan casi inevitablemente a un estado de balance energético negativo, que coincide con el pico de puesta. Si la ponedora dispone de una condición corporal óptima, podrá utilizar, al igual que otras especies, sus reservas corporales en los períodos críticos y obtener una curva de producción sin altibajos.

En la etapa entre 12 y 18 semanas se debe incluir fibra bruta para desarrollar la molleja y dilatar el aparato digestivo, con el objetivo de que la pollona aumente su capacidad digestiva y, por consiguiente, haya un aumento de consumo.

La madurez sexual a la edad correcta, con el tamaño y condición corporales deseadas, da como resultados un alto pico de producción y buena persistencia.

A las 18 semanas, las aves al palparlas deben ser firmes, macizas. Las pollonas gordas y suaves no están listas para la producción.

Cada año se avanza en cuanto a la edad de la madurez sexual, la edad de postura del primer huevo y la edad que alcanzan el 50% de producción.

El peso corporal se ha transformado en un requerimiento fundamental para llegar a la producción de pico de las diferentes líneas genéticas de huevos. Producto de la selección, tenemos aves más livianas y de menor apetito, lo cual hace que alcanzar las metas de peso corporal sea un gran desafío.

Errores en el manejo como son la falta de espacio y una menor cantidad de comederos y bebederos determinan una población de gallinas de menor peso y poco uniforme.

La uniformidad es vital para lograr en la etapa de producción un porcentaje alto de huevos y de tamaño uniforme.

La uniformidad debe calcularse semanalmente; lo ideal es tener un 80% uniformidad y un 10% en cada extremo de la campana. Si la uniformidad es menor a 80%, muy seguramente vamos a tener problemas con la producción. Una elevada falta de uniformidad nos obligará a formar dos poblaciones separadas para tratar de mejorarlas.

Si logramos los objetivos anteriores debemos esperar en campo la máxima expresión genética de nuestras aves.

 

Daniel A. Valbuena

Gerente Regional América Latina y Península Ibérica.

HY-Line Internacional.