Cerda hiperprolífica: sí claro, pero atención

Hiper es el elemento compositivo prefijo que se une a sustantivos y adjetivos denotando superioridad o exceso, frente a Súper que significa sobresale entre otros de su misma clase por ser muy bueno, estupendo o magnífico.

Así, a las cerdas del siglo XX las llamábamos cerdas y a las del siglo XXI las llamamos cerdas hiperprolíficas, teniendo bastantes definiciones de las mismas, quedándome con la que hace nuestro compañero Luis Sanjoaquín en el libro Hiperprolific Sow Nutrition (Novus, noviembre 2019) que dice que es aquella cerda que pare más lechones que número de tetas funcionales y nos obliga a realizar cerdas nodrizas, así como la cerda que pare más de 15 lechones nacidos vivos.

Nuestras cerdas hiperprolíficas entonces también son super. Su tamaño de camada ha aumentado entre 0,2-0,3 lechones por cerda en los últimos 20 años (Seges,2019), su producción lechera se ha duplicado en los últimos 30 años (Quiniou, N 2018), su composición corporal ha cambiado (más músculo y menos grasa) modificando su metabolismo y sabiendo que hay una correlación directa entre su óptima condición corporal y su productividad. Podríamos hacer un parangón con las personas que hacemos algo de deporte de ocio frente a los deportistas de élite o alta competición (también conocidos como de alto rendimiento). Bien sabemos que las necesidades nutricionales diarias de los primeros se diferencian sustancialmente de los segundos a los que se les dan dietas específicas, además de haber algunas diferencias en algunas patologías, sobre todo metabólicas. En la nutrición de precisión de nuestras actuales cerdas intervienen todos los nutrientes conocidos como bien menciona Dupont, 2016 (aminoácidos-proteínas, lípidos, hidratos de carbono, fibra, vitaminas y minerales), queriendo destacar que hoy la micronutrición y la nutrición cualitativa son tan importantes como la macronutrición y nutrición cuantitativa, bien conocida como nutrición aplicada.

Lógicamente esta superproducción tiene sus implicaciones negativas que nos suponen retos de mejora sobre los que estamos y debemos continuar trabajando, como son la tasa de nacidos muertos, el mayor número de lechones nacidos con bajo peso(crecimiento uterino retardado) que tienen menor viabilidad y supone un aumento de la mortalidad de lechones lactantes, la mayor dispersión de pesos que equivale a una mayor heterogeneidad a lo largo de toda la vida de los mismos con todos los problemas inherentes tanto en post-destete como en engordes-momento de las cargas, un aumento en la tasa de mortalidad de cerdas y un mayor riesgo de reducción de la longevidad de las mismas y por lo tanto penalizar su amortización (Bergsma,2011). Sin duda, esto nos debe espolear para seguir buscando soluciones a todos los implicados, desde las empresas de genética, alimentación, farmacéuticas, instalaciones, hasta los propios empresarios, técnicos y equipos humanos a pie de granjas. Y todo ello dentro del marco del bienestar de las cerdas correlacionado directamente con su productividad, ya que dicho mayor potencial genético está asociado a una menor capacidad de respuesta inmunitaria (Kanp & Rawn, 2009) y mayor stress oxidativo (Lipinski, K 2019). Trabajemos con ilusión y pasión para que nuestras cerdas hiperprolíficas alcancen todo su potencial.

 

“Se la mejor versión de ti mismo. No podrás vivir en auténtica pasión, si te conformas con una vida que es menos de la que eres capaz de vivir “. (Nelson Rolihlahla Mandela, 1918-2013) 

Por Antonio Palomo Yagüe – ADM SETNA