Belleza, bondad y verdad

¿Quién no recuerda a Roberto Benigni que ganó su Óscar al mejor actor protagonizando la película “La vita è bella” en 1997 y aquella frase que no me deja de conmover, ¡Buenos días, princesa!? Basada en una historia real, un librero judío italiano casado con una profesora no judía construye una elaborada fantasía dentro de un campo de concentración nazi durante la segunda guerra mundial para proteger a su hijo cuando les separan forzosamente de su mujer, lo que a él le cuesta la vida para que al final Giosuè vuelva a encontrarse con su madre cuando los americanos le liberan del campo. Si él lo decía, en una situación mucho más dramática que nuestro aislamiento, enfermedad de familiares directos y pérdida de algunos de nuestros seres queridos sin poder ni despedirnos de ellos, me obligo y creo firmemente seguir pensando que la vida es bella. Por este motivo, en esta columna de opinión solo quiero trasladar un mensaje de optimismo en este cúmulo de incertidumbres y pesimismo en el que nos vemos involucrados por esta crisis sanitaria-humana y económica mundial.

Howard Gardner, galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2011, gran tierra, por cierto, en su libro publicado ese mismo año titulado “Verdad, Belleza y Bondad reformuladas: la enseñanza de las virtudes en el siglo XXI”, comenzaba diciendo que el empeño inquebrantable de cuestionar todo concepto de virtudes impecables y esenciales representa los sentimientos de la postmodernidad asociados con el relativismo y el cinismo, que en estas semanas alcanzan cuotas inconmensurables. Sin estas tres virtudes considera que la supervivencia humana está en entredicho. Me pregunto desde hace mucho tiempo, como bien saben los que me conocen, que en un mundo donde todo vale, si ¿estamos dispuestos a resignarnos a vivir en un mundo donde nada tiene valor? Mi postura es clara: yo, NO. Ya decía Albert Camus que solo una cosa en la Tierra parece mejor que la justicia: y es, si no la verdad en sí, la búsqueda de la verdad. La verdad te hace libre, es la razón de ser de todos los que nos dedicamos a la enseñanza. Y en este punto me surge la gran duda: ¿y la mentira que te hace? Vivimos en el “world of lies” (fakes news) en contra del Ma-at del antiguo Egipto que significaba verdad, justicia, equilibrio y los principios rectores de la naturaleza y el universo.

La ciencia versa sobre la verdad, por lo que quizás en base a mi noble profesión, no puede entender el mundo de otra manera. La ciencia se deriva de actos pertinentes debiendo basarse en hechos objetivos y falibles, y no en opiniones personales o en la imaginación especulativa, actualmente “ingeniería especulativa para intereses propios”. No es menos cierto que, algunos resultados experimentales pueden ser erróneos si la base del conocimiento que los sustenta es deficiente o errónea, e incluso me atrevo a decir interesada-condicionada. En el escaso periodo que llevamos de este siglo acumulamos dos graves crisis. Con la gran crisis económica de 2008 ya fuimos testigos de que las personas no saben lo que les conviene y de que los mercados no se regulan automáticamente, de tal forma que tanto unas como otros son a menudo poco fiables e irracionales. Bien sabemos como la verdad se suele alimentar del sentido común, que como tantas veces escuchamos “es el menor de los sentidos”. ¿Cuántas veces escuchamos cosas que carecen de sentido común y decimos aquello de que “esto no tiene ni pies ni cabeza”? A ver si es que es falso, pensemos, por favor, y no nos dejemos manipular.

La bondad se relaciona con la calidad, que no con la cantidad de impactos en redes sociales, de las relaciones entre los seres humanos donde nuestras acciones deben transcender de los propios intereses. La bondad es una de las cualidades que mejor reflejan la esencia humana, pues corresponde a esa persona buena, benigna y benévola, que a veces se relaciona con la amabilidad, teniendo inclinación por hacer el bien a los demás con afecto, comprensión y respeto. Afortunadamente en las situaciones difíciles la bondad aflora. Solo deseo que no se marchite en las situaciones más favorables. La belleza está en el ámbito de la naturaleza y el arte, comprobando como la misma se manifiesta neurofisiológicamente como una descarga de serotonina. Siempre me ha dado más satisfacciones la serotonina que la dopamina. Nuestro sector agrícola-ganadero está intrínsecamente ligado a la naturaleza, y los Veterinarios amamos a los animales como principio, por lo que nuestra actividad es bella. Como decía el poeta Coleridge, la belleza se caracteriza por una poderosa experiencia que se recuerda con tranquilidad. ¿A quién no le gusta la belleza?

A lo largo de mi vida he conocido y conozco a personas que reúnen estas tres virtudes, pero llegado a este punto, quiero dedicar esta columna a mi Madre como ejemplo supremo, y de forma colateral a todas las Madres, y muy especialmente en estos momentos a aquellas que ya no están con nosotros para darnos su luz en este aislamiento.

“Los ideales que han iluminado mi camino y que me han proporcionado una y otra vez nuevo valor para afrontar la vida alegremente, han sido la belleza, la bondad y la verdad” – Albert Einstein (Premio Nobel de Física 1921, 14 marzo 1879-18 abril 1955).

Por Antonio Palomo Yagüe – ADM SETNA